sábado, 27 de diciembre de 2025

Miradas

Transitar a ruina, obra de Neves Seara.
Centro Cultural "Marcos Valcárcel". Orense.
Unamuno,
"De Fuerteventura a París", cien años después. "Transitar la ruina" de la desmemoria

    Cae la tarde. No queda nadie en la sala de exposiciones del Centro que lleva el nombre del historiador Marcos Valcárcel en Orense. Alrededor, hebras de cuerda seca y jaulas vacías alojan los espíritus de los pájaros que escaparon de aquellas sus mazmorras. Transitar a ruina, de Neves Seara, en aquel otoño de 2019, semejaba un universo caótico que atraía la muerte, el olvido, la locura, la soledad: Los pasos martilleando rítmicamente la tarima cual ataúd de madera y una letanía llegaba susurrante desde algún rincón oscuro. En la mano un librito coqueto, rescatado entre estantes de "libros viejos": De Fuerteventura a París (Ed. Excelsior, París, 1925). En él sonetos y digresiones del siempre polémico y poliédrico, Miguel de Unamuno y Jugo (Bilbao, 1864-Salamanca, 1936); publicado tras el destierro que sufrió en la enigmática isla de los vientos implacables y la ciudad de los puentes majestuosos sobre el Sena. 
Obras de Ramón Conde esperando su 
    La angustia y el deseo de abrir sus cubiertas empujaban a abandonar la sala y diluirse entre los seres desproporcionados de músculo vital de Ramón Conde que esperaban su sitial en el museo de la Diputación; seres errantes, esperando un destino de vida, como quizás sintiera el pensador bilbaíno durante ese "paréntesis"; pendiente de la muerte intelectual, la desmemoria, la pervivencia tan sólo en el recuerdo de los suyos. Dejar esta tierra, Galicia, pueblo de partidas y olvidos incontables, con inquietos artistas que tan bellamente han sabido adherir la ausencia o la parca al arte, a la literatura, a las voces líquidas que transporta su música; creadores que, tras las lluvias incesantes en su piel, vierten una vitalidad embriagadora de sabiduría intemporal cual meigas sabias. Una queimada borraría malos presagios.

Unamuno en Galicia

    La sempiterna morriña acompañaría al pensador desde que pisara esta tierra; igual que aquellos que vimos negras sus playas, llameantes sus montes y luego rebrotar de vida incesante. Desandar el Camino que tantas veces nos llevó al norte, ahora contrariando a sus cruceiros, hacia el sur por parajes que descubriera Unamuno antes del confinamiento.  Un puñado de versos serían nuestra compostela
    El profesor había visitado Galicia en 1903 por primera vez para presidir un concurso pedagógico en Ourense. A Coruña la descubriría de la mano de la condesa Pardo Bazán. Escuchó las olas en El Ferrol y admiraría Betanzos. Desde su Salamanca volvería en 1912 para los Juegos Florales de Pontevedra y, como no, acercarse a la hermana Portugal, "por las orillas del Duero asceta que corre en lecho de rocas y yendo a buscar luego las del Miño manso, que como una caricia lenta baja al mar, restregándose en la verdura de sus vegas". Aquellos viajes se recogieron en Por tierras de Portugal y España (1911) y Andanzas y visiones españolas (1922). De su obra poética, "Galicia", de 1912, son estos primeros versos: "Tierra y mar abrazados bajo el cielo/ mejen sus lenguas,/ mientras él entre montes de pinares/ tranquilo sueña,/ y Dios por velo del abrazo corre/ sobre sus hijos un cendal de niebla./...".
    Galicia, coincidencias sobrevenidas, iba a personarse años más tarde en Fuerteventura. Dos familias serán claves en el apoyo pecuniario y personal durante el alejamiento; las lucenses Goyanes y Castañeyra  (de la primera el neurocirujano José Goyanes Capdevila, conexión con quien le sustentaría en la isla y de la segunda Ramón Castañeyra Schamann, el anfitrión y pagador de parte de los gastos durante los cuatro meses, sin empleo ni sueldo de la Universidad; habiendo rechazado ayudas del gobierno francés y del magnate vasco Echevarrieta). Además, entre la nutrida correspondencia no le faltaron el presidente de Izquierda Republicana en Lugo, Glicerio Albarrán, del diputado socialista por Pontevedra, Heraclio Botana, Margolles del Ateneo de Ribadeo o Ramón Tenreiro, diputado por A Coruña.

Camino al sur, tras algunas huellas del pensamiento

Lago de Sanabria (Zamora).
     A la altura del lago de Sanabria (Zamora) el otoño no había terminado de despedirse. Pequeñas olas mecían las últimas hojas caídas de los árboles. 
Vista del lago de Sanabria (1934).
Jesús Gallego Marquina,
Casa Museo Unamuno.
   Aquella soledad, había sido el añejo escenario del cuadro de Jesús Gallego, que dicen inspiró el ambiente para su San Manuel Bueno Mártir (1931). La obra gira sobre la creencia y fe religiosa que mantiene un pueblo, gracias a su párroco, y después de leerla quizás se hace inevitable plantearse, como el protagonista, si elegir la trágica "verdad" de la razón, para después de la muerte encontrarse la nada; o quizás sea más sensato, y rentable, cubrirse con la mentira consoladora. Frente a sus símbolos dialécticos -el lago es duda, la búsqueda de la fe la montaña-, uno se pregunta si no es más trágico preguntarse para qué nacer si, después de ser conscientes del valor de la vida, nos llega el morir. Y comulgar con la muerte no lo hacen todos de la misma forma.    
Víctima del trabajo, Carrero J. (1899).
Museo Pontevedra, cesión Museo del Prado.
    Pío Baroja (San Sebastián, 1872-Madrid, 1956), otro vasco de la Generación del 98 -con acusadas diferencias de tipo literario y filosófico con Unamuno-, sugirió el hombre-acción, individualista, ácrata (Unamuno también tuvo truenos anarcos en algunos escritos de juventud), frente al hombre-idea, sobre todo místico, o quijotesco, como erige el bilbaíno. Baroja en su esencia raciovitalista nos cuestiona la Iglesia y el Estado como, "organismos de la cultura creados -ciencia o moral Estado o Iglesia- no tienen otro fin que el aumento y potenciación de la vida. Pero acontece que esas construcciones instrumentales pierden, a veces, su conexión con la vida elemental... El río se abre un cauce y luego el cauce esclaviza al río". Otro coetáneo, José Ortega y Gasset (Madrid 1883, Madrid 1955) afirmaría antes, "... no he podido sentir nunca hacia los mártires admiración, sino envidia. Es más fácil lleno de fe morir que exento de ella arrastrarse por la vida" (El espectador, Tomo V, 1927). La palabra mártir, que envolviera la novela de Unamuno, la merodeó y degustó a lo largo de su vida, o al menos así lo retratan tantos estudiosos de su obra y de sus gestos en su biografía. Justo ahora, cuando muchos referentes se derrumban en un revisionismo histórico, o cuando se niega el derecho a la verdadera memoria colectiva, es momento para redescubrir el Unamuno polémico, que no escapó a la manipulación en la trastienda por los golpistas de la guerra civil del "36" y su larga dictadura.
San Martín de Castañeda (Zamora),
único centro social, en las Misiones Pedagógicas.
Foto de la Escuela anterior. Al fondo el dormitorio del maestro,
con los pupitres en primer término. (Patronato…, 1935, p.16, bis)
   
     Aquella tarde nostálgica por el lago de Sanabria, un fino y delicado "froallo" nos alzaba colina arriba hasta el Monasterio de San Martín de Castañeda.     Allí, entre las arcadas de un románico sobrio, algunos folios de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y las Misiones Pedagógicas, con las que colaboró el intelectual; con aquella República de los "rojos", aparecían rastros del Unamuno que se había enfrentado a los uniformes, a la injusticia, a la ignorancia y a la iniquidad de cualquier bando desde muy temprano.  
Fuego en Porto de Sanabria (2025). 
Cerca de 400.000 h., en el país.
Desolación. Foto Cadena Ser
  Casi seis años después de aquel viaje a la Galicia del reencuentro con Unamuno, mientras se deambulaba en cómo narrar lo vivido tras la memoria del autor, a Sanabria se le murió la Naturaleza, devastada por los infectos incendios fruto de un cambio climático -que todavía algunos quieren poner en duda-, y la dejación del ser humano, de quienes gobiernan y de aquellos que depositan, inactivos, toda su suerte, su vida, en las decisiones de aquellos.

 
El "otro Miguel", el general Primo de Rivera y el Directorio militar 1923/25

    Año 1923. Reina Alfonso XIII. El 13 de julio, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (Jerez de la Frontera 1870-París 1930), publica un manifiesto a la nación con el fin de "atender al clamoroso requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que liberarla de los profesionales de la política". Es el preludio de un inminente golpe de Estado.
Alfonso XIII
con M. Primo de
Rivera. Wikipedia.
    Unamuno detecta en ese manifiesto argumentos por él esgrimidos contra la Restauración. Ahora bien, precisamente sobre los militares y su incursión en la política, había escrito que sus "interrupciones" durante el siglo pasado, el XIX, quedaron siempre en una pretensión de "bullangueros". Esos militares que ahora habían conformado una camarilla alrededor de la reina madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena -quien también se prodiga con la Iglesia-, y que influye decisivamente sobre Alfonso XIII que se doblega a sus demandas; sin atender al desagrado de su esposa Victoria Eugenia de Battenberg, una convencida de la monarquía parlamentaria.
    Las críticas de Unamuno al estamento habían sido feroces y constantes. Desde la dura represión policial ante la violencia política años atrás en Barcelona por el general Severiano Martínez Anido, protegido de Primo de Rivera. El asesinato de Eduardo Dato, en marzo de 1921, lo interpretó como "víctima de un sistema de represión que él no aprobaba". No comulgaba con los postulados de una ideología autoritaria y nacionalista en el ejército fraguada desde 1898; todo ello sumado al desafío de las Juntas de Defensa a las que el monarca no plantaba cara. Por otro lado, el pensador estaba convencido de que se trataba de enterrar el expediente "Picasso" (informe del general Juan Picasso sobre el Desastre de Annual en 1921). 
    Lo cierto, es que a la declaración del 13 de septiembre de 1923 siguió la declaración del estado de guerra en Cataluña. Las Cortes fueron disueltas. Unamuno apreció cierta frialdad con la que se lo tomaron las fuerzas políticas, y no aceptó la propuesta de Manuel Azaña y Rivas Cherif de liderar una oposición (tras negarse Ortega y Gasset). 
Expediente de Destierro.
Museo Fuerteventura.
    Con el dictador en el poder, una ola de destierros se desata por todo el país. Así que, tras criticar reiteradamente al Directorio dentro y fuera del país, con multitud de artículos en La Nación de Buenos Aires, Primo de Rivera opta por quitarle el vicerrectorado y decanato de Filosofía y Letras, de la Universidad de Salamanca, y abrirle un Expediente de Destierro, y suspenderlo de empleo y sueldo. Es el momento de deshacerse de opositores y también de los "pesimistas" del gobierno, como recoge el historiador majorero Carmelo C. Torres en Fuerteventura, 1924 (Beginbook Editorial, 2023). No sólo fue la isla majorera, sino también el resto de las islas canarias, pues el marqués Cortina acabó en Gran Canaria. Otros lugares para el exilio fueron Melilla, Ceuta o Guinea.
Guerra de Marruecos. Abd-el-Krim, Memorien.
Main Krieg gegen Spanien Und Frankreich.

Dresden. C. Reissner, 1927.
   Desde ese momento, no intuía el pensador que serían seis largos años de lucha contra el dictador, y contra sí mismo. Que los militares le perseguirían y el criticaría sus acciones grotescas e inhumanas como las del general Millán Astray fundador de la Legión en 1920 (con quien se reencontraría en octubre del "36". Unamuno cuenta en una carta a su mujer en 1926, "se venden en las calles de Tetuán unas postales representando a unos legionarios que exhiben unas cabezas de moro al pie de una bandera de la Cruz Roja"
Primo de Rivera con los generales
Sanjurjo y Franco. Malmussi 1925.
Foto AUSA/Universidad de Salamanca.

    Desencuentros con sus "odiosos" militares a los que tantas veces denunció, íntima y públicamente que se habían apropiado de sus escritos e ideas para justificar sus "golpes de estado" como los dos que inmediatamente tuvo que vivir. Y quizás aquí se intuyan las vueltas a su figura en la memoria de muchos políticos e intelectuales, y al devenir de su propia muerte.
   La pasada Semana Santa, y aunque ya no hay Legionarios acuartelados en la isla, vinieron de la península para la procesión del Viernes-Santo y llevar al Cristo sobre la cruz brazo en alto. 
A la puerta de la que fuera la pensión donde se alojara el pensador, de nombre ostentoso "Hotel Fuerteventura", hoy Casa-Museo Unamuno, presentaban armas a la cofradía, ironías, si se buscan, del destino.
    
De Fuerteventura a París
    
    
Muelle viejo del Rosario en 1924 donde
desembarcaran Unamuno y Soriano.
Foto León y Castillo. 
    El destierro comienza un veintiuno de febrero de 1924 cuando, tras impartir sus clases, compañeros y estudiantes (que luego protagonizarán varias huelgas) le acompañan hasta el tren destino Medina del Campo, luego Madrid, Sevilla. El veintiséis de febrero parte hacia las Canarias desde Cádiz en el Correíllo Insular La Palma. En el equipaje tres libros: La divina comediaLas Poesías de Leopardi y Los Evangelios
Unamuno atado con humor de manos
a Rodrigo Soriano durante su estancia. Foto ABC.
    Le acompaña un pasajero más, Rodrigo Soriano (otro desterrado; periodista que en el Ateneo de Madrid había denunciado que, detrás de la absolución de La Caoba, una famosa prostituta capitalina, por tráfico de drogas, estaba el general, quien también ordena la  clausura del Ateneo). Después de pasar por Santa Cruz y La Laguna llegan el diez de marzo al Puerto de Cabras (Puerto del Rosario desde 1956). Se alojan en el "Hotel Fuerteventura", una fonda familiar muy discreta. 
https://dn790006.ca.archive.org/0/
items/defuerteventurap00unam/
defuerteventurap00unam.pdf
    Inmediatamente traba una generosa amistad con Ramón Castañeyra, ya vimos que venía de los contactos en Galicia. Los sonetos comentados De Fuerteventura a París (1925), el compendio "poético" donde cuenta sus impresiones y diatribas se lo dedicará al gallego. El libro, sin ser un diario, recoge la esencia de sus tensiones internas, sus añoranzas y su adentrarse en el alma "majorera". Son sonetos, sesenta y tres escritos en la isla, a los que posteriormente les añade un comentario, ya en París donde compone el resto. 
    El primero, escrito con anterioridad al viaje, versa sobre un "tonto de capirote", y ya contiene su enjundia sin recato: "Añoso ya y tonto de capirote, / aburrido de tan largo jolgorio / una tarde pensó Don Juan Tenorio / divertirse en hacer de Don Quijote...", para seguidamente aclarar quien ese "tonto":
    "Bien se entiende que el tonto de capirote a que se alude es el Marqués de Estella, Miguel Primo de Rivera. El cual parece que no se ha querido dar cuenta de lo que quiere decir tonto. Porque en una u otra forma se ha declarado a sí mismo incompetente. Pero tonto quiere decir otra cosa. Tonto quiere decir que, aunque desde joven se hubiese dedicado al estudio, en vez de correrla como un señorito frívolo, nunca habría llegado a saber nada bien; tonto quiere decir tonto o sea defectivo de entendimiento. Los discursos, las cartas, los escritos, las notas oficiosas del supuesto Dictador revelan la más trágica tontería...". 
    Y si no hace muchos renglones hablábamos de La Caoba, sobre ella compone el segundo soneto: "Y si fueses al menos la Caoba/ con su gobierno de bajo la falda, / harías que pusieran por guirnalda / en tu sombrero de guion la escoba. / Nada de aquellas recomendaciones del régimen antiguo, el del embudo; / ved al macho, señor de las legiones, / como bajo un fanal ríe desnudo / y ante el pueblo se rasca los calzones / y el pueblo mira, por mordaza, mudo.".
    Desde varios sectores, y entre ellos la prensa, como El Liberal, enseguida piden el indulto. Mas en la última cabecera aparece la carta del dictador justificando el destierro. A lo que el filólogo responde en el tercer soneto: "Los que clamáis (¡indulto!) id a la porra / que a vuestra triste España no me amoldo; / arde del Santo Oficio aún el rescoldo / y de leña la envidia lo atiborra.". En el texto aclaratorio denuncia cómo el dinero del juego, prohibido por ley, acababa una parte en el "Gobierno civil de Barcelona, estando encargado de éste el tenebroso general M. Anido y con parte del cual dinero se dice que se pagaba a los asesinos a sueldo que asesinaron entre otros al abogado, diputado a Cortes y paralítico Don Francisco Layret...".
    El rey Alfonso XIII no escapó de estos sonetos. Serían varios y de extrema dureza (se conocían estrechamente, habían compartido trayectos en tren, entrevistas y actos académicos). El Soneto XIII: ¡Ahora yo soy el amo! Pobre chico, y lo dijo en francés del Instituto. Admira al bisabuelo, se cree astuto, y hasta presume de tener buen pico. Pero como no es ningún Federico y el seso tiene de sustancia enjuto le lleva su amo, su rocín, un bruto hasta que tenga que decir "¡abdico!" Ha querido colar de contrabando la monarquía neta, la del cuco que fue el abyecto sétimo Fernando, y aunque en España sobre hoy tanto eunuco como el muy listo es embustero y blando va a salirle al revés el viejo truco. I5-V-I924. En su comentario deja caer: "A raíz del crimen contra la Constitución cometido el 13 de setiembre de 1924, Don Alfonso dijo a uno de los embajadores extranjeros: Maintenant, je suis le maitre. ¡Amo! ¡Señor! Amo no ha sido nunca. Para ser amo es menester empezar por serlo de sí y de su lengua y de su firma. El que cometió la vil cobardía de aceptar el Directorio nunca puede ser amo de nadie ni de nada. Y lo de por amor a España es mentira. España no ha sido nunca su patria, sino su patrimonio. Y fundamentalmente la desprecia.". Continúa en el Soneto XIV: "Te llega ya tu San Pascual Bailón, baila, baila, que el baile ha de dar fin y ha de volverse al cabo el calcetín que aun no ha muerto en el reino la nación. También te ha de bailar el corazón y con sus sacudidas el serrín te ha de salir a chorro del bacín, a pesar de las pellas de algodón. En esta pobre España de astracán, donde se dice a todo siempre amén has podido reírte con desdén de los que te anunciaban huracán, pero déjate ya de ese va y ven, que las toman allí donde las dan.".
    La vida corriente de los desterrados es pasear por el puerto, ver atracar los barcos, las visitas a las autoridades, las charlas en el casino, las tardes en La Oliva o en JandíaSe dedica al cacharreo (juega con elementos de poco valor sobre los que escribe chanzas o decora) y se acostumbra al enyesque (aperitivo o comida ligera); tiempo para leer los rotativos, que llegan con cierto retraso o por amigos, El ImparcialLibertadDiario de Las PalmasLa Prensa, y Diario de Avisos (ambos impresos en Tenerife), y otros como Cara y Caretas de Argentina donde tuvo resonancia su deportación, (además de Cuba, donde el investigador Torres ha "buceado" las crónicas referentes al reconocido personaje). Además, don Miguel, con cincuenta y nueve años, toma el sol desnudo en la terraza de la pensión, entre la iglesia y la cárcel, lo que provoca las quejas de los vecinos: "Yo no los miro. Que no me miren ellos a mí", le dice al preocupado propietario, Francisco Medina. 
    A lo anterior se suman las tertulias que cuentan con el párroco Víctor San Martin, y otros isleños como Paco Medina y Pancho López, del que valora su sentido crítico. Don Miguel comienza a valorar, aquellos hombres vistos en la península como toscos o ignorantes en seres, los majoreros en elementales, nada teatrales que viven la esencia del día a día, con la eternidad en el horizonte del mar. En aquel Diario íntimo de confinamiento y destierro vertido en sonetos, en el XVI define al "majorero": "...Pellas de gofio, pan en esqueleto / forma a estos hombres; lo demás conduto; / y en este suelo, de escorial, escueto, / arraigado en las piedras, gris y enjuto, / como pasó el abuelo, pasa el nieto; /sin hojas, dando solo flor y fruto.", para luego añadir: "...La aulaga es un esqueleto de planta; la camella es casi esquelética y Fuerteventura es casi un esqueleto de isla.".

    A los pocos días de su llegada, el dos de mayo, ya dedica su soneto VIII a Fuerteventura unida a la imagen del camello: "¡Oh, fuerteveniurosa isla africana, / sufrida y descarnada cual camello, / en tu mar compasiva vi el destello / del sino de mi patria! Mar que sana / con su grave sonrisa más que humana / y cambia en suave gracia el atropello / con que un déspota vil ha puesto el sello / de la loca barbarie en que se ufana. / Roca sedienta al sol, Fuerteventura, tesoro de salud y de nobleza. / Dios te guarde por siempre de la hartura, / pues del limpio caudal de tu pobreza / para su España celestial y pura te ha de sacar mi espíritu riqueza.". 
    Sus primeras impresiones sobre la isla son de pobreza, "una pobreza triste; algo así como unas Hurdes marítimas... Se parece a La Mancha. Pero no es tan malo como nos lo habían pintado. El paisaje es triste y desolado, pero tiene hermosura. Estas colinas peladas parecen jorobas de camellos y en ellas se recorta el contorno de éstos". El camello le sugiere, dependiendo del día, una alegoría sobre España sobre el general Primo de Rivera o a la mismísima realeza. Poco se conoce de cómo los guardias civiles que lo custodiaban permitieron que engalanara un camello con sus  condecoraciones, incluida la medalla al mérito de Alfonso XII. Al marchar, cuatro meses más tarde, promete a sus contertulios escribir un "Don Quijote en Fuerteventura, Don Quijote en camello a modo de Clavileño". Mas no volverá a ver jamás un camello al natural y tampoco escribirá el texto prometido. 
Unamuno paseando, M. C. Martín Iglesias (1988).
"Oh clara carretera de Zamora,/soñadero feliz de mi costumbre",
De Fuerteventura a París (1925), Soneto LXXI.
    También deja entrever algunos momentos añorantes de recuerdos, de su vida en Salamanca, sus paseos por la carretera a Zamora, y hasta refiere deseos de ser enterrado a los pies de Montaña Quemada, en el caso de fallecer en la isla, o en Playa Blanca, en la actual capital de Fuerteventura, fascinado por esta tierra volcánica.
    Una vitalista Karina hablaba estos pasados días de primavera de otro creador, el escultor Eduardo Chillida que, en los años noventa, quiso "vaciar" la montaña sagrada de Tindaya para crear un cubo de aire de cincuenta metros. Vacío y la Nada, esencia mística y espiritualidad, fondo, verdad, polémica... Coincidencias con Unamuno. Pero, a estas alturas no sabía muy bien dónde acabó el presupuesto inicial de veintitantos millones de euros.
Unamuno con unos lugareños. Foto. LP/DP.
 El cineasta Manuel Menchón trabajó una década para La isla del viento (2016). En la elaboración del guion charló con una mujer, ya muy mayor, que conociera al filósofo: "Me contó cómo iba de negro, y eso da mal fario, los niños le tiraban piedras. Al final hizo buenas migas con ellos y hasta saltaba a la comba recitando la tabla de multiplicar...".
    En el museo, Carmen y Aniagua añaden detalles a lo recogido en los paneles, viven el día a día, tienen su vida repartida entre un hijo en Madrid y familia en Lanzarote. Su universo es la lava y el mar. Cuentan como el pensador repartía entre los nuevos contertulios animalitos de papiroflexia que iba generando a ratos muertos. El cerdo era regularmente dedicado al general (aunque las referencias "zoológicas" del filósofo el "cerdo epiléptico" iba dirigido a Martínez Anido ministro luego de Gobernación). Varias de estas "criaturas" las regaló al cartero que no abrió sus cartas durante su estancia, aunque era su obligación. A pesar de la prohibición de mantener correspondencia externa, se las arregla para entregar sus misivas a los visitantes que llegan en los vapores, a los que utiliza como correos (como Henry Dumay, director del rotativo francés Le Quotidien, o a Mr. Flicht, su traductor al inglés del texto Del sentimiento trágico de la vida).
    Cuando Primo de Rivera se ve obligado a reconsiderar, por la presión de muchos sectores -la propia hija del pensador, Salomé, ha generado un movimiento aglutinador de intelectuales de Europa y Latinoamérica, políticos y asociaciones obreras que piden su liberación en mítines revistas por toda Europa-, varios amigos, como Wenceslao Roces le piden que no la acepte. Unamuno aparece como el referente de la oposición democrática. Él mismo escribe a su esposa Concha que de abandonar Fuerteventura lo haría a otro país. 
    
El director del periódico Le Quotidien, Henri Dumay, organiza una campaña publicitaria y una supuesta "evasión" por mar. Entremedias dos mujeres se presentan en el hotel. Delfina Molina, poeta enamorada del escritor, y su hija Laura. La admiración, y quizás algo más, le hizo seguirlo hasta la isla. Unamuno se muestra reacio e incómodo con la situación les insta a que abandonen el lugar pronto, el día cinco de julio, cuando se marchan madre e hija, recibe la notificación del indulto. Su enfado es terrible. Ya no será una fuga. El nueve de julio, aunque podría haber ido en un barco regular, decide seguir con la propuesta del L'Aiglon fletado por sus amigos los Dumay desde Caleta de Fuste. Pocos días después llegan Soriano y él a Las Palmas. De ahí en el Zeelandia tomará rumbo hacia Cherburgo donde le esperaban republicanos franceses y otros exiliados españoles. Una de sus escalas le devuelva a Galicia. El 25 de julio Unamuno y Soriano recalan en Vigo. El periodista bajó del barco, el filósofo se mantuvo en sus trece, no pondría pie en España mientras el dictador siguiera en el poder, y se recobren las garantías constitucionales. 
Como estaba previsto, una de las escalas del barco tiene lugar en Vigo. Unamuno, aunque ya amnistiado en aquella fecha, no pisa suelo español, no quiere hacerlo, mientras siga en el poder Primo de Rivera, mientras en España no se recobren plenamente las garantías constitucionales...".
Unamuno en Hendaya.
Juan de Echevarría
y Zuricakday (1929), Fauvismo.
Museo de Salamanca.
    Pasará una temporada en Hendaya antes de afincarse en París. Allí colaborará en el semanario que otro español exiliado financiaba, Vicente Blasco Ibáñez, el España con honra. Comienza el ensayo La agonía del cristianismo: "
Lo que voy a exponer aquí, lector, es mi agonía, mi lucha por el cristianismo, la agonía del cristianismo en mí, su muerte y su resurrección en cada momento de mi vida íntima...", y en marzo de ese año del "veinticinco" los furibundos sonetos De Fuerteventura a París, algunos ya aludidos
Unamuno, como "quijotesco" paladín, o mártir, admiró la obra de Azorín La Ruta del Quijote (1905), otro exiliado, aunque éste terminara volviendo y hacerse querer por el régimen. 
    En 1930, cuando cae Primo de Rivera, y se inicia la "dictablanda" del general Berenguer, regresa a España. El país, sus gentes, tienen otras perspectivas, otro sentido de la política y de la sociedad. Varios estudiosos han visto en aquella generación un alejamiento de los valores de aprecio y respeto por la vida, llegan de Europa donde se respira crisis económica y constitucional. Han cogido fuerza los fascismos en Italia y Alemania le va a la zaga. En una carta a Castañeyra el propio Unamuno está preocupado por el incremento del fascismo y el anarquismo; opina que el final de la confrontación de las ideologías no tiene buen cariz.

   Vuelve a la Universidad, y rehará su hogar en el domicilio del Rectorado de la Universidad. Al poco, el 14 de Abril del "31", llega República. Alfonso XIII huye. El 26 de noviembre las Cortes dictan la "Ley de Condena por alta traición a la estirpe Borbón". Acusado de alta traición por ejercitar su poder contra la Constitución del Estado, puede ser aprehendido si vuelve al país, al tiempo que se le declara decaídos sus derechos y dignidades, "sin que pueda reivindicarlos jamás ni para él ni para sus sucesores". Cuestión que la dictadura no reharía del modo exigido, el constitucional, para la vuelta y restitución de la corona y la monarquía.
    Unamuno
 
tendrá sus choques con los devenires y decisiones políticas y desmanes en la República; será claro en su inclinación por las fuerzas golpistas si eso trajeran el sentido común, aunque pronto comienzan sus resquemores. Quizás su última carta en referencia a la guerra (in) civil, como escribe J. Juaristi en su biografía sobre el filólogo, con fecha del 13-XII-1936, desde la reclusión en su casa de Salamanca, y a sabiendas que su correspondencia estaba controlada por la censura: "... A mí no me han asesinado todavía estas bestias al servicio del monstruo (en referencia al general Mola). Que pretendió que yo diera certificado de buena conducta ¿a quién cree usted? A Martínez Anido, el vesánico (que veremos más adelante). Qué cándido y qué ligero anduve de adherirme al movimiento de Franco, sin contar con los otros, y fiado -como sigo estándolo- en ese supuesto caudillo. Que no consigue civilizar y humanizar a sus colaboradores. (...) Y así nunca llegará la paz verdadera. Vencerán pero no convencerán, conquistarán, pero no convertirán...".
    Un doce de octubre de 1936, celebración de la Fiesta de la Raza, y coincidiendo en el paraninfo de la Universidad de Salamanca la apertura del curso académico, Unamuno ha escuchado de Millán-Astray, general del bando sublevado y que conoce desde hace mucho tiempo: "Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!". "Venceréis, pero no convenceréis", le responde Unamuno como rector, roto por ver cómo muchos de sus alumnos siguen a quienes tanto criticó.     El gesto terminó en arresto domiciliario y, en poco tiempo, a una muerte poco clara en el parte de defunción, tras la visita de un falangista. Es el treinta y uno de diciembre del mismo "36". Los camisas azules que lo increpaban en el paraninfo se hicieron con el féretro en su casa de Bordadores para portarlo hasta la iglesia de San Bernardo. Camisas azules, insignias y correajes rodearon su nicho en el cementerio. Comienza ahí el sendero de la "desmemoria" hacia el personaje y la ofuscación sobre su obra con una clara intención torticera (el obispo Antonio Pildaín lo llamó, en 1953, "maestro de herejes", acusándolo de luterano y aseverando que el pensador había impactado en la crisis espiritual del país en su lucha entre la razón y la fe)

PD para otros deportados

 Durruti en la revolución
española
 (1972), Abel Paz.
    No sería Unamuno el último en ser recluido en la isla. En 1932, esta vez en pleno periodo de la II República, lo haría el sindicalista Buenaventura Durruti, después de instaurar durante cuatro días el anarquismo revolucionario en Figols (en 1971 Ramón Castañeyra, el fiel amigo de Unamuno en Fuerteventura, reconoce que su hermano fue salvado de la muerte, ante una acusación de fascista, por la intervención de Durruti el 20 de julio de 1936; durante los meses de deportación se intercambiaron libros y debates, Durruti llegó a enseñar a leer y escribir a niños de Puerto de Cabras y a hilar un incipiente movimiento obrero con los lugareños). 
    En los años sesenta, Franco se encargó de enviar a Puerto del Rosario a varios de los participantes en el Congreso de Múnich de 1962, llamado «contubernio de Múnich» por la prensa oficialista. Entre ellos, el monárquico Joaquín Satrústegui, miembro del Consejo Personal de Juan de Borbón (1964) y militante de Izquierda Democrática; el liberal Fernando Álvarez de Miranda, miembro destacado del Grupo Tácito (fundó Izquierda Demócrata Cristiana, como escisión de Izquierda Democrática, para luego integrarse en el Partido Popular Demócrata Cristiano, parte luego de la UCDpresidente del Congreso de los Diputados (1977-1979). 
    Tras la Transición política española la desmemoria se ha llevado a miles de anónimos que hicieron la oposición al régimen desde todos los rincones de la sociedad. El trabajo por recuperar, lenta y trabajosamente, una verdadera Memoria se ha encontado con zancadillas y ataques furibundos. Es la Memoria que tanto cuesta reconocer cuando se aleja del poder, y que también se blandió de un lado para otro en el caso de Miguel de Unamuno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario