domingo, 29 de noviembre de 2015

Miradas


Las elecciones de los villancicos, perdón, de los villano-ricos


“Hacia Belén va una burra, rin rin, yo me remendaba, yo me remendé, cargada de elecciones del PP…”.

   Mariano Rajoy, a la sazón el jumento que nos ilustra El Jueves para nuestro villancico pre-electoral, tuvo un lapsus en su juramento como miembro del gobierno de José María Aznar. Olvidó mencionar el nombre del ministerio al que iba a aterrizar, Administraciones Públicas (1996). Su mentor le estiró de las orejas con que lo importante Mariano es que seas ministro, de lo que sea, vamos. 
   Aprendió bien la máxima y, una vez presidente del gobierno (2011), entregado a ser de los más avezados, se fue camino de "Belén", dígase Berlín, con la carga de Merkel a sus lomos, por lo que no es de extrañar que andase, a mitad de legislatura, un "poquillo cansado" (Bruselas, 8-2-2013). Y hete aquí que ahora ha cogido la pandereta y se ha puesto a cantar villancicos, con sus chicos y chicas de "pullover" con marca, por doquier para volver a jurar como presidente tras las elecciones del 20 de diciembre "Fun, Fun, Fun". 
www.20 minutos.es

   Eso sí, anda algo "distraidillo" a la hora de interpretar la Carta Magna con los independentistas catalanes, suelta alguna colleja "cariñosa" a su hijo, y hasta una mujer mayor, para más inri de su partido, le confunde con el presidente de la república. Y es que no sabe aún hacer la calle, Mariano digo.
   Pero no está el patio para churros y milongas. Rajoy fijó urnas después de los resultados altamente preocupantes en Cataluña para su partido, Partido Popular (PP), con el triunfo de la coalición Junts per el Sí, el ascenso meteórico de Ciudadanos, el desplome del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y Podemos, y el crecimiento notabilísimo de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), un partido que aglutina a republicanos, anarquistas, ecologistas..., con el independentismo marcado desde las primeras elecciones democráticas, y que tiene la sartén por el mango para el proceso soberanista. 
   Una cuestión sobre la que el presidente no ha querido dialogar, con ministros que han llegado a sugerir el despliegue del ejército, aplicación de estado de excepción o intervención de la presidencia de la Generalitat. Agotar al máximo la legislatura supone que la crisis llevará demasiados meses a la deriva (con presidencia compartida ¿cuatro?, difícil cuando la CUP acaba de decir no desde sus bases), y una mayor percepción de una sociedad catalana, una vez más, que Madrid no tiene en cuenta sus aspiraciones (bien es cierto que muchos catalanes echaron de menos en las últimas elecciones un mayor análisis de la de la política llevada a cabo por sus diferentes gobiernos y coaliciones tan llamativas como la actual, sobre empleo, educación, sanidad, servicios sociales, etc.). Además, esta crisis tendrá, a buen seguro, su prolongación en un País Vasco que tiene unos referentes políticos e históricos que dirimir en un futuro no muy lejano. La necesidad de negociar nuevas formas de convivencia como el federalismo, u otras por estudiar, no deberían tomarse al albur.
   Para comprender una convocatoria electoral tan tardía, a lo previsible hace unos meses, de un gobierno a sabiendas totalmente desgastado y sin iniciativa, hay que remontarse a las últimas elecciones municipales y parlamentos autonómicos antes del verano. Éstas marcaron el declive y desgaste de un PP que ha hecho de sus mayorías absolutas, en el gobierno central y resto de administraciones locales, un arma letal en desproteger y anular derechos laborales, y hasta jurídicos, a los ciudadanos a una velocidad que muy pocos podían prever. 
   Un ejemplo llamativo lo marca el ministerio de Justicia que fuerza a toda velocidad el reclamo de vuelta a la legalidad en Cataluña, y no pone tanto empeño en agilizar los casos “Gurtel”, “Púnica”, “Pujol”..., y sí en resaltar a los cuatro vientos el caso “Rato”, dando la imagen que se da de comer una pieza que distraigan el centro de la cazuela. ¡Ah!, y de la Ley Mordaza qué decir... Por si acaso ni nos juntemos en la calle para pedir el aguinaldo estos días. Pero hay más cuestiones. 
   El nuevo gobierno que surja tendrá las manos atadas por cuanto los presupuestos estarán aprobados. Si Bruselas ya exige recortes para los próximos ejercicios, habrán de constreñirse, aún más, las políticas restrictivas con las subsiguientes tensiones sociales. Además si los cambios de tendencia política fueran muy significativos, gestionar esos presupuestos sería altamente contradictorio en lo programático. Cabe pensar que la posible coalición entre el PP y Ciudadanos, en el caso de cumplirse encuestas, quede abierta a la negociación con el resto de partidos y aún así veríamos tiempos y métodos muy complicados de llegar a Bruselas con un discurso fundamentado y de consenso.
   Y de los programas de cada lado, hasta hoy, muy poco. El “bombardeo” mediático es abrasivo. Los debates se han abierto a cuatro pero Rajoy sigue pelando castañas por los pueblos mientras los otros líderes dan la cara. Algunos partidos, todavía con representación parlamentaria, Izquierda Unida (IU) dentro de la plataforma Ahora en común, o Unión Progreso y Democracia (UPyD), ni se les llama ni se les quiere. Los medios, en manos de un capital que ampara al gobierno, obviarán los procesos de privatización en educación y sanidad y los desahucios. 
   Por otro lado, los sindicatos y plataformas, desmovilizados y depreciados por los continuos ataques que han sufrido y los numerosos frentes que abordar ni se les ve ni se les espera. Partidos emergentes como Podemos, que azuzó el cambio de registro de la "casta", deudor de las movilizaciones del "15M", ha logrado desorientar a una izquierda que, además de no resurgir de una crisis crónica, hablamos de IU, mantiene negativas a entrar en Frentes o a desorientar sus bases y potenciales votantes al no saber construir un discurso claro e inequívoco sobre economía o política exterior (ejemplo tras los atentados de París y resto del mundo, así como coordinación interna). El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que parece resurgir de sus cenizas, ha buscado los nuevos rostros más que los discursos o propuestas claras y frentistas a una derecha más sibilina en sus planteamientos pero más efectiva que en legislaturas pasadas. Quien más experiencia de gobierno en Democracia tiene, no ha sabido, o querido, arredrar al PP con tantos y tantos casos de corrupción y desgobierno (ni en la Comunidad de Madrid que ha sido la pira para los derechos sociales). En definitiva unos y otros han logrado un bajísimo nivel de conciencia cívica, política y ciudadana (históricamente, desde los albores de la Transición).

   En plena precampaña los funcionarios están recibiendo la devolución de la paga extra que les quitaron en 2012, sin palabras; los tantos millones de parados, seguimos con cerca de cinco, tienen muy arraigado, en la conciencia colectiva, que la derecha, sus empresarios, son los que traerán el empleo, en las jorobas de los camellos; los mayores verán que sus pagas se mantienen, por ahora; no sabemos lo que queda en la "hucha de la seguridad social" para los que vengan, y les agarrota con el miedo, esa manipulada televisión española, sobre los que puedan venir. Enfermos y personas dependientes, invisibles, tienen que cargarse de resignación, en este país que todavía palia las penurias la familia; cuestión a analizar seriamente. Menos mal que se vuelve a hablar de la Ley de Dependencia (Podemos de forma categórica frente al resto).
   En política internacional están paralizadas las relaciones con Cuba y Venezuela y demás países hispanos, sin líneas claras como punta de lanza desde Europa; Asia sin relaciones interpares, no como deudores (el caso de China que "obligó" a este gobierno a fulminar la Ley de Justicia Universal y nuestros jueces ya no pueden perseguir quienes atenten los derechos humanos); esclerosis en las relaciones con los países árabes, Afganistán, Islamismo, terrorismo internacional; EEUU y las bases de nuevo en Andalucía a cambio de pan... Y ahora, como si le dieran mazapán con hierbas, el presidente repite que lo que no hizo o deshizo fue bajo la máxima de que era necesario, y lo volvería a hacer por ser la marca más seria. Sin despeinarse.
   Y por último, a unos meses de cumplirse ochenta años del nefasto 1936, la idea de otro concepto de estado y relaciones de pueblos ibéricos, no tiene cabida en la discusión política. De la Memoria histórica ni rastro; para los rojos, si algún día vuelven a gobernar. La República parece enterrada por siempre (el rey comiendo al lado de la puerta de unos baños en un bar de Madrid asienta la Monarquía). Por eso tenemos cuatro, para pedir regalos estas navidades. Así que cantemos el villancico "Ya vienen los reyes" por si nos traen más mirra para que huela mejor tanto fango:


Ya vienen los Reyes magos.
Ya vienen los Reyes magos
al nidito de Belén.

Olé olé Holanda y olé
Holanda ya se ve, ya se ve, ya se ve.

Cargaditos de juguetes,
cargaditos de juguetes
para el Niño de Belén.

   
   Al "niño" Rajoy ya le gustaría que le trajesen la presidencia. Pero en España nos falta un camello, por los cuatro reyes, digo, para acarrear el sillón retapizado hasta Moncloa. 
   O sí, y entonces vaya unas "Pascuas", de cuatro años más, que nos esperan.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Miradas


Si te dicen que olvides  

   ¿Qué harás con aquella tarde que tu padre te arrastró por una culebreante fila hasta el féretro de un decrépito general, hace cuarenta noviembres? ¿Dónde envolverás el periódico de tus bocadillos de instituto con los rostros envilecidos de unos terroristas pasados por las armas o garrote vil, parte de la canalla judeo-masónica, apelativo de Francisco Franco a toda oposición a su régimen en la plaza de Oriente a sus "españoles todos"? ¿En qué cuadras recaerán los caballos enormes montados por grises que tumbaban pechos de estudiantes vociferantes de proclamas para ti entonces ininteligibles? 
Manuel Fraga, ministro de Turismo,
en Palomares (1966).
www.elperiodico.com
   Entonces, ¿ya no reirás por el prohombre en calzones enormes metiéndose, de mentirijillas, en el mar para demostrar que allí no había bombas atómicas ni gárgaras por si acaso, a varios kilómetros? El mismo que sacaba a los mineros de las sacristías esperándoles con fuego; porque siempre te preguntaste si hay tiempo en las minas para discutir de política y al salir cambiar los carbureros por cirios. Iglesias con cruces gigantes en los muros, o en el valle de los caídos, con los nombres de siempre, los mismos, los de un bando de aquella guerra fratricida fruto de un golpe de estado sangriento.
   Tendrás que olvidar las heladas mañanas que ni los últimos rescoldos de la estufa de hierro fundido, donde un puchero comienza a hervir las judías o garbanzos con tocino de la última matazón, te reponían del frío al abandonar el colchón de lana y mantas ásperas de mula. Luego, aquel babi azul que te abrochaba tu madre por detrás, mientras te atabas los cordones de aquellas enormes botas con los calcetines de lana que arañaban la piel a tus pies andando sobre las nieve en calles sin asfaltar, camino de la escuela “Primo de Rivera”. 
   En el patio antes de entrar las filas, prietas, con el brazo en alto, cantando el Cara al Sol con la camisa nueva, aquella única que había en el armario con olor a alcanfor, de padre, para los domingos, o para votar al tercio familiar, o en la fábrica, donde los capataces llevaban medalla de yugo y flechas en la solapa. Después del rezo copia y recita, la palmeta sobre la mesa del maestro, héroe de la División Azul, que a los otros, los republicanos y maestros de verdad, los depuraron, mataron o robaron título. Las niñas con doña Luisa, que cuando venía era todo dulzura frente al cafre que nos hablaba de devoción y vida al Caudillo, formación del espíritu nacional, que para eso había salvado España, una y mil veces, por la gracia de Dios.
Leche en polvo y agua.
De "Barraca 5, habitación 11"
de A. Cantero y R. Luna.
   Aquel que, mientras desayunabas en los recreos jugando al burro, leche en polvo sobrante del ejército americano, Marshall, democracia, EEUU, él revisaba y rehacía su Raza; ya le valiera la máxima "Jamás la lanza embotó la pluma", para llevarse a sí mismo a la pantalla, un héroe y mártir; no puede ser menos para un Caudillo por la gracia de Dios. 
   Si te dicen que olvides lo harás de aquellas tardes de mayo con flores a María, que madre nuestra es; un cachete del sacerdote con sotana, rechoncho, mofletudo rosáceo, que repite en la letanía el nombre del salvador de la patria, católico, apostólico y romano (hasta nos evitó de la Segunda Guerra Mundial, vaya, que Hitler le respetaba, ni más ni menos).   
      Y a la noche, sobre el altar de la casa, la televisión de blanco, gris y negro, UHF, aquí a callar, y apagarla si salen más muertos en películas que no sean de Carmen Sevilla, que lo que hay que ver es "1,2,3... responda otra vez", un chalet en la playa, un coche, Seat y si es camión Barreiros, y sol, mucho sol. 
   El resto albañiles y desposeídos a hacer pantanos para que los inaugure el generalísimo, y saque sus cuartos. Allá se mueran los muertos por falta de medicinas en tanto poblacho de cal y piedra, calles sin asfaltar, por donde pasan mulas y rondallas de bandurria para la virgen; en las eras chorizo seco, navaja y sandía los mejores días, para antes o después morir destripado en mitad de un cerro.
Fraga, Guerra Campos y Suárez
en RTVE. www.elcorreo.com
   Se cierra la emisión tras el himno nacional y el sermón catódico de monseñor Guerra Campos y las veleidades del rojerío con el diablo que quieren tumbar cuarenta años de paz; sí paz para los vencedores de la guerra entre hermanos, porque los otros, están bien muertos, y los que quedan andan temerosos de cárcel y torturas. Sólo unos cuantos con La Pirenaica, radio clandestina; sus voces hablan de resistencia, pero en la cocina madre manda callar como posesa cuando se menciona al maquis, ni hablar, que alguien puede andar escuchando tras los muros.    
   El abuelo melifluo, carirredondo, reparte atunes desde el Azor, posa entre cientos de piezas abatidas en cotos; sin rastro de los Santos Inocentes en sandalias de esparto que rompían terrones tras perdices y conejos, desdentados, para luego, alguno, pillado por los del tricornio negro, marcarlo con el lápiz de color de las sentencias en El Pardo, por rojo, al olor del brazo incorrupto de Santa Teresa.
   Si te dicen que olvides te va a ser muy fácil, pues se mutiló la memoria con miga de pan y mosto, no da para vino, se buscó el silencio con quienes mantuvieron la lucha otros cuarenta, se escondió en el trastero la república, se fabricaron coronas, se dio paso a los descoloridos, a los que jugaron a ser rojos pero desteñían sus frentes de las boinas rojas y la camisa azul, bien planchada; se armaron procesiones de nuevos santos, se calzaron botas de militares, jugaron al ratón y al gato, y se fue atontando al gentío para que abarrotara gradas de campos de fútbol y cosos. Y así se cambiaron grises por trajes y corbatas, fusiles por papeletas cada cuatro años, sin cuidar los campos de claveles, para sentarnos a esperar otros cuarenta años para otear si alguna vez alguien nos cuenta la verdad y por fin se sacan los huesos de los otros, para que vuelvan a tener nombre en esta endeble y parca memoria.
   Tendrás que olvidar tantas cosas que ni siquiera viviste ni oíste...
   Si te dicen que olvides, y lo haces, allá tú.

El burro.

martes, 10 de noviembre de 2015

 Miradas


Mis brujas del Camino Baztanés (Bayona-Pamplona)




Vuelo de Brujas (1797).
Francisco de Goya. 
   El Nive (Errobi en Euskera), a su paso llano por Bayona (Francia), permite marchar ligero con la mochila al hombro (no muy lejos anda el Adur, otro de los nervios fluviales de esta región). Es el inicio para el viajero, o peregrino, del Camino de Santiago, por una realidad del país vasco-francés en su sentido histórico y cotidiano. En esas primeras horas brumosas, en las que la noche todavía envuelve la mente, mil fabulaciones de los grabados colgados en el albergue (maderas con temas satanistas datados en los siglos V y VI; cruces torcidas  con la que magos y hechiceros mostraban su desprecio por Cristo y su obra redentora, en misas negras, los sábados de brujas) invaden los sueños y el ritmo del corazón. 
Mosquete con bayoneta.
 Tierras conquistadas por vikingos en el siglo IX, escenario final de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, amén de refugio de judíos expulsados del reino de Castilla, cubrieron ríos de sangre (bayoneta viene de los cuchillos de los agricultores de la comarca que, faltos de pólvora, ajustaron a los cañones de las escopetas).
   En el castillo de Marracq firmaron abdicaciones Carlos IV y su hijo Fernando VII en favor de Napoleón Bonaparte quien, en 1808, promulga el Estatuto de Bayona -primera Constitución española-, y nombra rey a a su hermano José, "Pepe Botella", perjuriado con numerosos escarnios y burla, una probabilidad de gobierno ilustrado abortado, aún por contar como biopic.
   Con estas disquisiciones el caminante llega a Espelette, entre ecos de pelota en frontón y hermosas balconadas rojas en sus calles. Un coqueto cementerio linda con una iglesia con estilizadas gradas para asistir a la expresión de la alianza de los jerarcas de la fe con el poder terrenal: reyes y nobles recibían la bendición en tribunas; abajo los plebeyos en bancos a ras de suelo. 
El Aquelarre de Goya. Para Carmelo Tisón, "el embrutecimiento 
de seres racionales por un extremos y su satanización por otro".
   No muy lejos otros seres "viajaban" en busca del Diablo. Historias atávicas que espeluznaban al más bragado. En la misma frontera con España, en Zugarramurdi, tierras navarras, se inicia la mecha de pólvora que irá incendiando este Camino brujeril (corren los siglos XVI y XVII). Las brujas, mujeres que conocieron lo benigno de ciertas plantas con las que curaron enfermedades, realizaban, en ciertos casos, rituales macabros, pero sobretodo fueron heterodoxas con el mandato jerárquico de la Iglesia. La cueva Sorginen Leizea (de las brujas) o el prado Berroscoberro, serían los lugares donde utilizarían artimañas casaderas, aquelarres, pócimas y exorcismos que levantaron la ira y las persecuciones desde el poder eclesiástico, y civil tras aquél, a través de la Inquisición.
Akelarre del rodaje de Las Brujas
de Zugarramurdi
, de Álex de la Iglesia.
www. turismozugarramurdi
   Casi todo Zugarramurdi pasaría por Autos de la Fe. Trece mujeres fueron sentenciadas: seis a la hoguera y las otras a cadena perpetua (hasta las muertas fueron alzadas al patíbulo). Si las aguas del Nive y el Adur daban brío guerrero, las aguas del Baztán hinchaban las sienes de maleficios. Aldeas epicentro de adoración al Diablo, de remedios para enfermos sin recursos, curanderas y herboleras que fueron al encuentro de Satanás volando sobre machos cabríos (aún se retrata a las brujas poco menos que desechos de mujer, con rituales jocosos entre orines y ratas muertas; memoria mutilada, todavía).
Auto de fe de las brujas
de Zugarramurdi (Logroño, 1610).
Impreso en Burgos (1611).

   Hasta el monasterio de Urdazubi (Urdax) acompañan los ecos de la cueva de Zugarramurdi, sus conjuros y orgías (entonces se toparon con fray León de Aranibar, gobernador del monasterio, quien dio pábulo a las denuncias, mientras los asustadizos acudían en busca de consejo y auxilio espiritual). Allí se gestaron las pesquisas de los inquisidores Valle-Alvarado y Salazar que terminarían con el Auto de la Fe de Logroño (1610).
   Pero no todo son brujas en estos recodos de caminos montañeses. En la jornada se llega al monte Gaztelua, en Maya (Amaiur), los navarros guardan su historia reivindicada. Allí plantaron batalla a Carlos I que, en julio de 1522, cerca el castillo con diez mil soldados. Sus defensores querían cortar con los agravios que sufrían las Cortes navarras. Un monolito sustituyó no ha mucho al que se volaba con dinamita en otro julio de 1931 mientras los ayuntamientos de Navarra debatían sobre el Estatuto de Estella. 
   A vueltas con mis brujas los lugareños hablan de Arraioz donde rencillas y enemistades familiares provocaron delaciones. Así en la siguiente etapa, al pasar por Ziga, cuentan que los casos más remotos se dieron en el valle de Malerreka en 1328. Una tal María de Ituren era la maestra de ceremonia en los encuentros nocturnos del monte Mendaur. Akelarres y ungüentos a base de hierbas y sapos.
Linda maestra. Capricho 68. Goya.
   El Camino entre Almandoz y Olagüe encierra un paraíso que culmina en la ermita de Belate. Un universo de brumas y neblinas que quiebran las siluetas en un bosque de hayas que roza el edén con el mundo de las tinieblas. Quizás fuera hacia allí donde volaran la posadera y otras brujas -belagiles como las llaman por aquí-, para adorar a Belcebú. El testimonio de un niño de cinco años sirvió para que al menos aquella ardiera como una tea. Cuando bebes agua en la fuente vieja de Olagüe no puedes por menos que mirar hacia arriba del caño por si quedaran rastros en las nubes de aquellos faldones arrastrándose por los cielos.
Brujas yendo al Sabbath.
Luis Ricardo Falero, 1878.
   Al llegar la noche, en la vieja casa del cura, deseo excitarme con otro canon de belleza para aquellas mujeres que quiero me visiten. De horribles y desaliñadas, trotaconventos andrajosas las recreo hermosas y sensuales, sopla-vainas de curas y monjes ultramontanos (personajes ladinos con la Reforma y arrebujados con el poder absoluto). Envuelto por un silencio salpicado de trinos de lejanos pájaros nocturnos, o quizás brujas sobre cabrones, los párpados pesan. En mi duermevela vuelven mis otras hechiceras, aquellas que en mi larga adolescencia jugaban con su inocencia, y la mía; tiraban cartas astrales, hablaban con los espíritus e hipnotizaban cuerpos hasta rociarlos de perfume de mujer en ciernes. Magas de mis recuerdos que sigo encontrándome en los más recónditos y salvajes caminos.
   Hoy será el último trayecto. Una llovizna refresca mi frente, y me trae a Carlos y Xefe, otros "brujos" en su Venta de San Blas, hablando a sus caballos y practicando su "bosqueterapia" por los hayedos. 
   Ahora, en Trinidad de Arre, Domingo, el sacerdote hospitalario, narra sus desvelos durante la revolución nicaragüense y de la guapa maestra que voló con los sandinistas sin miramientos a cruces ni velones, otra bruja. El sello en la compostelana. Final de Camino. 
   Mañana, en la catedral de Pamplona me espera una exposición que vaga por las encrucijadas por las que ha habitado la religión, su expresión artística y la vida: "Occidens". Pero esa, es otra historia.

martes, 18 de agosto de 2015

Miradas


Yaiza baila de nuevo descalza sobre la lava de Timanfaya

“La peor enfermedad del hombre es la curiosidad inquieta de lo que no puede conocer”.
Blaise Pascal (Filósofo y matemático francés, 1623-1662).

El Golfo en el Parque de Timanfaya.
www.minube.com
Yaiza, en guanche "Arco Iris",
llora por su amor bereber; un llanto
que retumba en la roca de
los Jameos del Agua.
   En esta noche de Perseidas he creído ver de nuevo el rostro de Yaiza. Aquella hermosa y ansiada mujer que encrespaba el sexo de los hombres de la isla conejera, Lanzarote. Sí, la mítica heroína, princesa de las Islas del Paraíso que humanizó Alberto Vázquez Figueroa (Océano, 1984; Yáiza, 1984; y Maradentro, 1985); sobre la nívea arena de una playa escondida en Órzola, donde las aguas azul turquesa del Atlántico se retuercen sobre las arrugas inverosímiles del magma que vomitaron, durante siglos, los negros volcanes. 
Novios del Mojón. Si se devolvía
la figurita era un sí a la petición.
   Va acariciando una figurita de barro -un varón con su prominente falo-, risueña, mientras siente el cosquilleo del rofe (lapilli) en los pies, y el sereno de los alisios acaricia su cuerpo desnudo. No muy lejos, en una de las torres del castillo de San José, un soldadito besa la hendidura femenina de la figurita que su bella morena le ha traído al caer la tarde. 
Charco de San Ginés antaño. El color de las casas
tenía el sobrante de las barcas. www.webdelanzarote.com
   Son besos de mansedumbre como el balanceo de las barquichuelas del Charco de San Ginés (Arrecife). Les embiste arrumacos la marea, como una madre, mientras se adentra la noche. Otras mujeres mojan las almohadas, “mujeres que dormitan, esperando al hombre que está en la mar”, que luego se santiguan si pasa un “alcaraván agorero y chillón”, como dictan las coplas de Fidel Roca (les dijo la zahorina, la curandera, que contra los malojos se pusieran sal en el ombligo para evitar la desgracia y que dibujasen sobre una telita de franela roja "en semejante parte" –con el tinte de orchilla, un liquen al norte de la isla-, el mismo corazón y timón que el esposo lleva tatuados en el brazo; para que les fuesen fieles allende los mares y un “tornaviaje placentero”. El cura Leandro de Lara y Arbelo ponía el grito en el cielo, pero ellas ni caso). Es jueves y los chinijos como Domingo, hoy pintando salas del castillo de Teguise, recuerda como las "viejitas" se persignaban, como si vieran al diablo, cuando les cambiaban los fotogramas de las películas porno de Arrecife por las del oeste. Dos sesiones, los jueves y los sábados. Una de ellas, Ángela mira con nostalgia, tras sus casi noventa años, desde la ventana de su casa el otrora cine, hoy tienda de objetos orientales, "aquellos jueves íbamos para besuquearnos las parejas, algunas haciendo la cobra, sí, ja, ja, ja".
La Geria. www.yaiza.es
   Al mediodía, en la casa-museo del Campesino, entre aperos de labranza y un asno que alza los canjilones de la vieja noria, el "majo" José Ramón comparte su gofio con pasas y un culito de malvasía, aquel que trajeron los portugueses, sabor agridulce, que hoy arañan los conejeros de la tierra enterrada por la lava. Están arropadas las parras en su Geria, mientras, narra las malaventuras de aquel navegante genovés Lanceloto Malocello, origen del nombre de la isla, en busca de esclavos allá por 1312; o del vizcaíno Ruiz de Avendaño, corsario de la flota castellana que tras su naufragio el rey Zonzamas le ofrece hospitalidad de lecho con la reina Fayna de la que naciera Ico, blanca y rubia, madre del último rey de Lanzarote, Guadarfia (también las mujeres practicaron la poliandria, hasta tres maridos, que turnaban el lecho con las lunas). Un cuarto de siglo atrás compartía estas historias con los colegas de mili por la península, un tal Sabina y Ramoncín, entre copas en Vallecas y marcha por el Madrid de la "movida".
   Pero yo me obsesioné con Yaiza Perdomo, y la persigo por Punta de Papagayo, en Playa Blanca al sur de la isla, donde pasó sus primeros y largos días viendo echar la barca a su padre y hermanos…, antes que una navaja hundiese el timón de sus vidas. Cuando dejo el libro sobre la mesa del chiringuito que columbra el sitio, María, una majorera de tez morena rojiza, espeta “eso son tonterías, lo que cuentan los libros, mentiras. Aquí hambre hambre no se pasó después de la guerra, teníamos leche de cabra, pescado seco y algo de huerto, alguna muñeca para Reyes; echamos en falta médico, pero para los remedios las curanderas. Y amor, mi marido de Murcia que vino para hacer la mili y ya no se volvió nunca", mientras limpia la mesa, una jarrita de “zurra” en mano, y echa un vistazo allá abajo, a la cala atiborrada de cuerpos meciéndose en las aguas cristalinas que rompen olas sobre el negro de la lava y las onduladas paredes arenosas. Al fondo Fuerteventura, “pero para qué ir si sólo hay playas”, entornando los ojos y saborear la brisa eterna de este rincón del mundo.
   Las otras “Yaiza”, las de carne y hueso, pisaron la lava como “aguadoras”, empaquetando fruta, en las conservas de pescado, algunas comadronas, además de llevar la casa. En las noches bajo una vela, adivinaban hilar la costura tras los remiendos, luego en telares de lana, pita y hasta seda alternándola con los calados y bordados en lino; hasta dos mil mujeres el siglo pasado. Menos las hijas de la burguesía que no trabajaban, era una deshonra, y no contaban para ser cifra y suma al 91% de analfabetismo en 1861 que duró hasta bien entrado el XX. Fueron algunas Candelaria García Hervás (Conil 1832-1879) con sus poemas en La Crónica de Lanzarote, Al marA mi hermano Manuel o al obispo Joaquín Lluch Garriga (como buena mística pasó los últimos años dedicada a la contemplación).
Fachada del palacio de Spínola de Teguise
(mediados del siglo XX). Archivo histórico.
   O Dominga Spínola Bethencourt (Teguise 1802-1876), dramaturga, autora de Los compadres de Rubicón y una segunda obra censurada por cuestionar la edad a ser reina Isabel II; o María Morales Topham (Arrecife 1896-1975), profesora de francés en el Instituto de Arrecife, Blas Cabrera Felipe (el Físico autor de Principios de la relatividad, y que acompañara a Albert Einstein en su viaje a Madrid) con su Blanca sencillez (1971); o pintoras como Francisca Spínola Bethencourt (1806-1895), hermana de Dominga, famosa por unos querubines para el Hospital de San Martín de Las Palmas, en 1862, y tantas otras, como la valiente y aguerrida, Dulce, otra "Yaiza" atrapada en un cuerpo de nombre Hilario (Arrecife, 1955) al que su padre, pescador, le compraba cometas, de las que cayó para compartir cárcel franquista con la "Hawaiana", Rosi la Valenciana y Mina, la Coja, aisladas en el patio o en cine, apartadas de los hombres, siempre solas por ser transexuales; hermosas con rímel de pasta de dientes quemada, de pintalabios con el fósforo de las cerillas de cera untado en saliva, el colorete de la cal de alguna pared -arañando la tierra, como en su isla-, para luego asentar: “No me gusta la gente pesimista... Hay que reírse de una, porque si no, ¿qué nos queda?”.
Lava y César Manrique. Foto de Francisco Ontañón.
El País, (25-9-2012).
   Pues nos quedan los cráteres que temblaron bajo la piel desnuda de César Manrique (Arrecife, 1919-1992) que al volver del horror de una guerra civil y de la jauría de un Nueva York supo transformarse en el “Yaiza” del arte, la sensibilidad y lo inescrutable de su isla, por la que luchó en preservarla de un crecimiento turístico salvaje. En su casa-museo, hoy Fundación, Lucía, una de las guías, flota por sus estancias, aquella que veía alzada al tapial de niña, por donde pasaron cientos de ilustres huéspedes, actores, políticos mundiales, todos salían en la tele, y donde ahora puede fundirse con los rojos y los negros volcánicos, en contraste con el blanco que seda el espíritu después del cataclismo.
   El cataclismo como la vida misma, la premonición apocalíptica y diaria de cualquier ser, en boca de Jorge Maura, un antiguo amante, revolucionario perseguido y refugiado en la isla, de Los años de Laura Díaz, la inmensa novela del mexicano Carlos Fuentes: “Todo lo que ves es falso, es el cataclismo nuestro de cada día, sucediéndose, no ha tenido tiempo de hacerse historia, y va a desaparecer en cualquier momento, como llegó, de la noche a la mañana”. Y tiemblo porque vuelvan los rugidos de la Tierra antes de vomitar sus entrañas y que destruyan este paraíso onírico. No quiero ser aquel párroco de Yaiza, la cuidada y coqueta ahora Yaiza, Lorenzo Curbelo: “El día 1 de septiembre de 1730, entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se abrió en Timanfaya, a dos leguas de Yaiza... y una enorme montaña se levantó del seno de la tierra”. Pueblos enterrados en un fluir de lava durante seis años y terribles hambrunas. 
Parque de Timanfaya. 
   Cuando uno se yergue a cualquier altura, Lanzarote aparece como las ascuas recientes de una hoguera -los indígenas la llamaron Tyterogakat o "Tytheroygatra" la quemada, un topónimo geográfico bereber tuareg de la Argelia central. Michel Thomas (Houellebecq), hoy en la retina de muchos lectores por Sumisión (2015), puso en boca de uno de los personajes de Lanzarote. En el centro del mundo (2000): “A nuestros pies había un completo desierto mineral. Y enfrente de nosotros una falla enorme, de varias decenas de metros de anchura, serpenteaba hasta el horizonte, cortando la superficie gris de la corteza terrestre. No se oía ningún ruido: «Así será el mundo una vez muerto», me dije”. Mucho de eso se encuentra quien la cruza a los cuatro vientos, el silencio, la calma, el cielo, y cromatismos en lava y plantas inimaginables rodeados del turquesa que le alza la mar; vientos que la mecen, que labran surcos y deshacen pacientemente las cenizas, tejiendo un manto caído hasta los pies del Mirador del Río, donde Osvaldo introduce su largo tridente con paja en las entrañas de la montaña, y surja el fuego como de las fauces de un dragón desaforado, o un géiser de agua hirviendo, entre silbidos estridentes de su garganta, incitando a lanzarse al vacío y buscar el azogue de La Graciosa, la isla-joven-mujer que parece posar desnuda invitándote a posarse suavemente sobre ella y pisar descalzo todos y cada uno de los rincones sus calles aún de arena, de pescado a secar, vigilantes los Faraones a las barquichuelas que salen de Órzola.
Isla de La Graciosa desde el Mirador del Río.

   Las gentes de la isla ven pasar ríos de turistas frente a sus casas. Antonio cambió el verde de Galicia por este mar siempre picado hace treinta años. Día y noche trayendo a la mesa los pescados recién destrenzados de la red, con su chinijo de cinco años, de su mujer conejera, la mayor ya periodista en la península. Ahora quiere descansar, el turismo no trae lo suficiente, viene con mochila y bocata hasta de los hoteles, y no digamos con la crisis. Al lado un bar de puerto, mesa y silla de enea; una catalana que hace dos meses volvió de dar muchos tumbos por el mundo (ya te lo cuento otro día).
   De vuelta, entre los palmerales de Haría, cuna de César, los niños juegan sin prisa con el balón del mundo entre algún burrito y los camellos que visten su silla de verde para subir a sus "chepas" a la japonesita a la que intentan comer el cabello si no fuera por esos bozales de tela; caminan lentos, cansinos, al paso de quien estira candentes cuerdas para subir las calcinadas faldas del Timanfaya, doblando en escuadras sus patas traseras al sentarse, irónicos en la mirada, atentos al pentadente del demonio panzudo diseñado por Manrique.
    José Saramago fue atrapado hasta el final de sus días por la magia envolvente de lo ininteligible, amarrado a una de las “balsas de piedra engendradas por el fuego y ahora ancladas en el mar”. De la Montaña del Fuego escribió: “Mientras íbamos recorriendo los caminos laberínticos del parque y se sucedían las vallas y los repechos cubiertos de ceniza, las calderas abiertas de par en par como agallas, en el interior de las cuales imagino que el silencio tendrá la espesura del propio tiempo (...), me pregunto a mí mismo —concluye refiriéndose a los turistas—, después de haber visto lo que vimos, notarán algún cambio en su manera de ser y pensar”. Como el Nobel yo me pregunto si Lanzarote levantó, como una mujer, mi pasión hace muchos años y me preparaba para la muerte, de soslayo, en esta pestaña en el mar.
   Mientras se balancea mi barco -quiero dejar despacio esta isla misteriosa, territorio del silencio, pero también del viento eterno de locura tierna-, atisbo la letra de otra musa conejera, Rosana, que me embriaga con su guitarra, envolviéndome en lava en mi último viaje a no sé dónde..., y dónde fuere que una Yaiza me suplicase, casi con lamento,"Yo no te dejo marchar":

... porque me noto que tiemblo
que se me agotan las miradas
que se me oxidan los sueños
yo no te dejo marchar
porque me muero de frio
porque qué hago sin ti
en medio de tanto lio
porque te me rompes dentro
porque hay cosas sin repuesto...

   Entre mis manos los Cuadernos de Lanzarote (1993-1995) de Saramago: “¿Qué buenas estrellas estarán cubriendo los cielos de Lanzarote? La vida, esta vida que, implacablemente, pétalo a pétalo, va deshojando el tiempo, parece estos días, haberse detenido en el «te quiero»”. El guard
apáginas es un pétalo robado a una flor del laberíntico Jardín de Cactus en el que se refleja Yaiza bailando descalza sobre la lava, susurrándome esas últimas, leves, e impenitentes palabras.
Jardín de Cactus. Teguise.
www.españaescultura.es


miércoles, 20 de mayo de 2015

Miradas

Oslo (Cristianía), el grito sereno de los vikingos


El grito, primero Desesperación (1894). 
E. Munch. Galería Nacional de Oslo.
    Un grito puede durar un segundo o una eternidad
Patera en el mediterráneo.
columnazero.com
   En mitad de un mar revuelto en la noche, con los cuerpos apelmazados por el salitre, mientras las olas rompen machaconamente sobre la madera putrefacta de la barcaza con jirones por donde la sangre chorrea tan oscura como esos seres que se agarran con las uñas al maderamen, uñas afilándose como los pinchos de las alambradas que sueñan saltar, ese grito debe ser interminable; un grito que se ahoga en la negrura, como el horizonte; negro como la piel de estos muertos vivientes a la deriva rodeados de tiburones desde la orza del paquebote hasta la costa que adivinan por el parpadeo de algún faro en proa... 
   Desde el puerto de Oslo, en la frontera del mar del Norte, todavía restallan en mis sienes los gritos de los casi mil muertos en aguas cercanas a Lampedusa (Italia), criaturas sometidas a la pira en mitad de un Mediterráneo que flamea oro y alcohol en sus costas erizadas de marmóreos edificios. También arrecian los gritos de los reos condenados del golfo de Bengala, matándose de hambre, porque los países ricos se disputan a la baja el cupo de acogida, seres que gritan en un caudal inmenso de tormento, como los olvidados tras las devastadoras sacudidas en Nepal. Mientras paseo la boyante Cristianía siento clavárseme en la garganta las palabras de Edvard Munch sobre sus Gritos (tras ver morir a su madre y hermanas): "Paseaba por un sendero con dos amigos -el sol se puso- de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio -sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad- mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza"
Los drakkar tuvieron su cénit
entre los siglos VIII y XI.
Viking Ship Musseum.
   En miles de años la negrura de la noche habrá convertido aquellos cuerpos a la deriva en petróleo, como el oro negro que trajo el salvoconducto a este paraíso de fiordos donde sus antepasados también embarcaron hacia puntos cardinales inimaginables hace más de mil años con ferocidad guerrera.  Impone la altura de la proa del drakkar con su mástil retorciéndose hacia su negro y ancho vientre con maderas de luto. Su timón remero alarga su brazo hasta el suelo de piedra. Es un lujo este ataúd enterrado en túmulos, para los jefes muertos camino del más allá, del Valhalla, con sus joyas y ricos adornos, bajo la choza de madera y los carruajes de capricho.  Ni la tierra que los cubría, ni la carcoma, han diluido el pasado, la belleza de sus tesoros, la valentía o locura desesperada, que los llevó hasta Al-Ándalus en el siglo IX, América en el X, o fundar Sicilia en el XI. 
Museo del pueblo noruego.
Madera y piedra entrelazan viviendas.
  Este pueblo, antaño pescador y agricultor, relegado al fogón huyendo de frío y las nieves en eternos inviernos oscuros, estuvo obligado a moverse bajo madrigueras porticadas de madera, mientras sus mujeres rollizas y con mofletes sonrosados, enfundadas en sus bunad, preparaban tortas con mantequilla, dulces. 
 Tras una humedad mórbida estas gentes esperaban el repique de las campanas de estilizadas iglesias de madera (como la de Gol, hacia el 1200 d.C.), llamando a culto durante siglos hasta que, varias, fueron pasto del fuego por unos descerebrados en los pasados noventa, bajo ritos satánicos; pretendían "erradicar el cristianismo" y volver a los dioses paganos: Odín, dios de la sabiduría, la guerra, y la muerte; Tor, sabio y creador del trueno; Loki, del fuego destructor, principio del mal, o Freya diosa de la belleza, el amor y lluvias de verano.
El origen del satanismo en el rock
y el Black Metal noruego. Mayhem.
   Como si Loki se hubiera apoderado de su alma, hizo salir de sus sótanos mugrientos a portadas mundiales a sus ídolos musicales maquillados como desenterrados. Fue la "movida" del black metal, un volcan de gritos templados por guitarras y baterías frenéticas, letras alrededor de la muerte, que hizo saltar la lava de una rabia reprimida de una tierra, un aire y un frío que atenaza el pensamiento.
Estatua de Ibsen ante el Teatro Nacional.
   Antes, habían surgido otros gritos de lucidez y denuncia del egoísmo humano. Un enemigo del pueblo, la obra de teatro de Henrik Ibsen (Skien, 1828, Cristianía, 1906), habla del doctor Thomas Stockmann, un traidor para su pueblo por denunciar que el balneario está contaminado. Sus vecinos, cuya economía próspera depende del mismo, no quieren reconocerlo. En su congruencia pone en peligro su vida y la de los suyos. ¿Nos suena de algo? La democracia frente a la demagogia...
   A muy pocos metros del Teatro Nacional, donde está la estatua de Ibsen, frente al Parlamento, hay tres "containers" de diseño; unos servicios públicos "republicanos" denominados Liberté, Egalité y Fraternité, alzados en el segundo centenario de la Constitución de la monarquía escandinava. Tras esta boutade simbólica se ve la realidad de una Noruega que ostenta los niveles más altos de igualdad de oportunidades. La educación es pública, gratuita y bilingüe. Sus habitantes tienen una cobertura total de salud, con una esperanza de vida de 81 años, sin brecha salarial entre hombres y mujeres; no hay paro y una renta percápita entre la cinco primeras del planeta. Eso sí, esperan educadamente en colas interminables, como hormigas plácidas y satisfechas al sol en un día ventoso, para acceder a un pase gratuito a los museos de la ciudad (con la misma calma y confianza en quienes les gestionan los fondos del petróleo y el hecho político). Como silenciosamente esperan algunos ciudadanos de este remozado país para que se les reconozca la condición de persona transgénero a los que hasta hoy se les obliga a someterse a una “auténtica conversión de sexo” obligatoria (la extirpación de los órganos reproductivos y, por tanto, volverse estéril, además de un diagnóstico psiquiátrico, en el que la persona se ve obligada a admitir que sufre una enfermedad mental). Cuestión que quizá tenga que ver con la calma que también contagie al gobierno que prometió estos cambios.
   En las calles no hay policía que asuste al timorato, está descansando porque mañana es el año nuevo de los sijes quienes saldrán a las principales calles con sus cabezas cubiertas por turbantes naranjas que ocultan larguísimas cabelleras negras y con espadas de juguete para simular las luchas entre hindúes e islamistas; luego en el puerto a compartir tradiciones. 
   En Oslo el tesoro es el silencio. El escaso ruido urbanita se disipa del todo en el parque de esculturas de Adolf Gustav Vigeland (1896-1943), al que dedicó los últimos veinte años de vida. Cuerpos en movimiento, mezclados, con equilibrio, ligereza en las formas, la dulzura, la humanidad..., sin histrionismo, conjuran el puente con cincuenta y siete esculturas con las que escudriñar y sentirse arropado, acompañado, por cualquiera de ellas trayendo instantes de nuestra biografía, como niños, padres, amantes... 
   Al final del parque, en una pequeña colina, el monolito en el que deseas que tu cuerpo se mezcle con esos otros ciento veintiuno, entrelazándose de mil maneras, con los que comenzar el ascenso a otros cielos, donde el silencio me permita expulsar el grito que angustia mis entrañas, de por qué no podemos llevar parte de esta paz a nuestra algarabía de cultura del sur.
    Antes de marcharme veo al fondo un grupo de jóvenes que festejan una "despedida" de novia. Llevan un licor dulce ¿vestigio de aquel hidromiel de sus antepasados que, al encuentro del matrimonio con la llegada de la primavera, bebían litúrgicamente durante el tiempo de una luna, el primer mes de su vida en pareja? "Luna de miel", ¿nos suena? Perdimos mucho en nuestra memoria cuando se pusieron barreras y mitos falsos sobre este pueblo "bárbaro", del que guardamos el estereotipo de seres corpulentos con cascos con cuernos sobre el cimborrio de sus cabezas

Madonna (1893-94). E. Munch.
Galería Nacional. Oslo.
   Avisan que se cierra la sala del museo. Mas no puedo mover los pies. Estoy petrificado ante el cuerpo semigirado de la mujer, la mirada fija en su útero inagotable. Es la Madonna de Munch de la que dijo: "...Tu rostro encarna toda la belleza del mundo. Tus labios carmesí, como fruta en sazón, se entreabren como en un gesto de dolor. La sonrisa de un cadáver. Ahora la vida y la muerte se dan la mano. Se ha engarzado la cadena que une los miles de generaciones pasadas a los miles de generaciones por venir”. Me sobrecoge, me atrae pero al tiempo siento inquietud. No veo la maternidad, pero sí su sensualidad misteriosa. Octavio Paz se atrevió a sentenciar: “La Madona es la conjunción de todos los poderes naturales, es tierra y es agua, es hierba y es plaga, la luna y una bahía pero sobre todo es tigre. Es uno de los dientes de la rueda cósmica. La contradicción universal -vida y muerte- encarna en la lucha entre los sexos y en esa batalla la eterna vencedora es la mujer. Dadora de vida y de muerte, mata para vivir y vive para matar” (Octavio Paz: La dama y el esqueleto, 1988), y me pregunto si no es el símbolo, la esencia de un Oslo, del pueblo vikingo, de una época, con halo de misterio, dureza, muerte, silencio, erotismo, el eros y el thanatos unidos, en una intranquilidad, en una paz perturbadora. Porque ahora, alejándome en un tren de Oslo, siento la calma, la luz, y la armonía con los primeros rayos de sol que atraviesan el cristal. Y me dejo tirar por el hilo de este primer fiordo hacia las entrañas de otros golfos profundos y escondidos a mi memoria.