Miradas
Los niños pasto del
hambre
Cuando
comienzo a hilvanar estas palabras me siento deudor con aquellos miles,
millones, de niños, esqueléticos, rodeados de moscas en sus pequeños rostros,
deformadas sus cabecitas en los lánguidos pechos de sus madres, con ese color
negro macilento y el amarillo de sus ojos avisándonos de la cercanía de la
muerte, que aparecían en los medios de comunicación en vísperas de
conmemoraciones religiosas; nosotros aquí, niños entonces, rodeábamos mesas petitorias con
mujeronas de alta alcurnia y pasábamos huchas del domund por interminables escaleras, inconscientes que muchos de
aquellos pobres estaban, a esas alturas, muertos.
Anoche,
un informativo desplegaba el informe de Save the Children “Pobreza infantil y
exclusión social en Europa”, donde refleja que un tercio de los niños
españoles, sí aquí, pasa hambre; no con la furia de aquella parca africana, pero si tan
injusta por cebarse en los inocentes. La rabia, la impotencia y el
aborrecimiento creciente hacia quienes sé que son responsables de estos hechos
me obligan a desparramar estas líneas; para aquellos infelices tan
lejanos en el tiempo y la tierra, que no lo están realmente, me resulta imposible
diagnosticar la solución a su miseria, así como nombrar certeramente sus
culpables; pero aquí cierta historia la tengo muy reciente y la desgracia la he
visto traer, y dejar pastar, de la mano a algunos mandamases (un país que se vanagloriaba de ser
una potencia económica, que ayudaba al tercer mundo, que universalizaba la
educación y la sanidad, que acogía inmigrantes para sustentarse en la
opulencia..., bajo el anatema de la crisis ha abandonado a la indigencia a las
criaturas de estos últimos primero y luego al resto de los de abajo, claro;
pero ha salvado, y con mucho euro, a la banca y sus correligionarios en el
mundo financiero).
Foto de Red Europea de lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES) |
Por
eso me atrevo a denunciar que si uno de cada tres de nuestros hijos que habitan
este paraíso de belleza y recursos naturales que es la península pasan hambre,
algo tendrá que ver que sus padres no tienen trabajo y, si lo consiguen, es
paupérrimo gracias a la cabrona ley laboral que aprobó el actual gobierno; que
no tienen subsidio de desempleo o es tan irrisorio que no llega para pagar las
hipotecas y son desahuciados; que en casa de los abuelos ya no llega la pensión
para merienda; que muchas madres separadas no tienen dónde caerse muertas;
que otras, perseguidas por la irracional violencia machista, que no cesa, no encuentran piso tutelado donde ocultarse con sus cachorros; que no hay ni para fármacos contra la depresión por lo que está ocurriendo; que cierran comedores en una escuela pública herida de muerte; que los servicios sociales
están desbordados y ya superan la beneficencia; que las leyes de la justicia
corren hacia los bolsillos de siempre y está prohibido mendigar en lo público
de marca, porque pasan monarcas y autoridades; a mendigar fuera como esos jóvenes, futuros
padres muy formados, a esos países ricos a los que los echamos; porque aquí ya
sobran legiones de niños y niñas que pasan hambre hoy y serán los esclavos
de los señoritos de siempre y del mañana.
¡Qué cruel y aberrante miseria humana
en todas partes!
Yo no me creo mucho algunas estadísticas....y esta es una de esas...
ResponderEliminarCreo que es exagerado, habría que ver las fuentes de documentación y muestras que han tomado, así como los cálculos posteriores que han hecho, me gustaría ver todo el estudio completo, los intervalos del muestreo, etc...
Estoy seguro que hay muchos niños en situación extrema, demasiados, pero tanto como uno de cada 3, desde luego en mi barrio no, ni en mi pueblo, ni por donde yo me muevo, en absoluto... Evidentemente lo ideal sería que no hubiese ninguno.
Pero CUIDADO con LAS ESTADÍSTICAS que no son DOGMA
El otro día discutí con alguien por este tema. Decía que por la mala cabeza de los padres, él no tenía que pagar las ayudas para los niños. ¿qué ha pasado en España para decir semejante barbaridad?
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