
"Los molinitos de Criptana andan y andan. ¡Sacramento! ¡Tránsito! ¡María Jesús! (...) He llegado a Criptana hace dos horas; a lo lejos, desde la ventanilla del tren, yo miraba la ciudad blanca, enorme, asentada en una ladera, iluminada por los resplandores rojos, sangrientos, del crepúsculo. Los molinos en lo alto de la colina, movían lentamente sus aspas; la llanura bermeja, monótona rasa, se extendía abajo...". Ya no quedan tantos molinos como los que viera también el ruso V. I. Nemirovich-Dánchenko unos años antes: "... hasta trescientos molinos y los habitantes de Campo de Criptana tan orgullosos de su 'Sierra', aseguran que precisamente con estos molinos peleó el último de los caballeros manchegos (...) Aquí a nadie se le puede desengañar asegurando que nunca existió ese caballero. No sólo los alcaldes, sino los campesinos humildes cuentan sus hazañas". Azorín describe corrales manchegos, casas blanqueadas y una fonda con resplandores de luz que "echan muy tarde", que iluminaban una "carita ovalada", "como en una figura de Rembrandt", "con una barbilla suave, fina, con unos ojos rasgados y unos labios menudos". Es la moza que le adentra por un laberinto de patio, pasillos, habitaciones de "dentro", cuartos angostos, hasta el suyo. Allí abre el Quijote y le lee, a la luz de una vela: "En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo...".
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Molinos de viento, Campo de Criptana (2025).
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Más adelante se refiere a
Richard Ford y su
Handbook for travellers in Spain, donde narra que los primeros se implantaron allá por 1575, según recoge Jerónimo Cardano en
De rerum varietate (1580). Aquella crónica la termina Azorín en las tripas de uno de aquellos:
"... Javier ha trepado por los travesaños de las aspas de su molino y ha ido extendiendo las velas; sopla un viento furioso, desatado; las cuatro velas han quedado tendidas. Ya marchan lentamente las aspas, ya marchan rápidas. Dentro, la torrecilla consta de tres reducidos pisos: en el bajo se hallan los sacos de trigo, en el principal es donde cae la harina por una canal ancha; en el último es donde rueda la piedra sobre la piedra y se deshace el grano. Y hay aquí en este piso unas ventanillas minúsculas, por las que se atalaya el paisaje...". 
Y aquí no cabe añadir ni una coma, al viajero de este siglo se le "erizan" los vellos al recordar su primera molienda, y aquel molino remando al viento.
XII. "Los Sanchos de Criptana"
Azorín se despierta sobresaltado por el estrépito de "roncas bocinas, golpazos en las puertas, pasos precipitados". Son "un numeroso tropel de hidalgos que grita, ríe, salta, gesticula y toca unos enormes caracoles que atruenan con estentóreos alaridos la casa toda. (...) nosotros somos los Sancho Panza de Criptana; nosotros venimos a incautarnos de su persona". Aquí se sienten "hermanos" del práctico y terrenal personaje, pleno de lógica humana. En la calle una "larga ringlera de tartanas, galeras, carros, asnos cargados con hacecillos de hornija, con sartenes y cuernos enormes llenos de aceite...". Es una romería hasta la ermita del Cristo de Villajos... Azorín se diluye entre los cantos del himno a la gloria de Cervantes y la cordialidad de los "Sanchos" don Bernardo, don Pedro, don Victoriano, don Antonio, don Jerónimo...

Al viajero de este siglo lo recibe Paula en la casa de comidas cercana a los molinos de lo alto del pueblo, mostrándole las pastitas de anís mientras Encarna, la cocinera, habla por
wasap con su hija. Encarna tiene tres nietos, y se los van a traer después del colegio, vamos que encantada, aunque ya comienzan a pesarle los años, no se ve con la fuerza de antaño; ha hecho "duelos y quebrantos" que "no se los salta un galgo" como dicen por aquí, chorizo panceta huevos: luego insiste que dejemos una reseña en internet. Los tiempos cambian. El restaurante tiene una ventana enrejada que da al pueblo, se ve al fondo un molino sobre una minúscula joroba de tierra que surge en mitad del pueblo. No queda nadie en el comedor, y al viajero le llega el momento de una siesta en casa de la "abuela". Antes echa un penúltimo vistazo a un artículo firmado por "Sepúlveda" en el semanal
La Lectura Dominical (6/5/ 1905, Año XII, núm. 592), en el que marca la ruta del hidalgo y su escudero desde Argamasilla, hacia Campo de Criptana y de aquí hacia
El Toboso (detallando el puente de San Benito a la venida y el camino que parte desde la Sierra de los Molinos, atravesando el Balcón de Pilatos, y pasando "efectivamente como dice el texto, pasa junto a la casa de los Miradores"). Pues hacia El Toboso se encaminará, después del sueño, el viajero.
XIII. "En el Toboso"
De Criptana a El Toboso Azorín pinta la llanura ondulada, suave, roja, amarillenta, gris, imperceptibles verdes, entre urracas y anchurosos bancales,
"por un extenso espacio de sembradura, en que el alcacel apenas asoma, camina un par de mulas, y un gañán guía el arado a lo largo de los surcos interminables. -¿Qué están haciendo aquí?- preguntáis un poco extrañados de que se destroce esta suerte de siembra. -Están rejacando -se os contesta naturalmente. Rejacar vale tanto como meter el arado por el espacio abierto entre surco y surco con el fin de desarraigar las hierbezuelas. -¿Pero no estropean la siembra? -tornáis a preguntar-. ¿No patean y estrujan con sus pies los aradores y las mulas los tallos tiernos? El carretero con quien vais sonríe ligeramente de vuestra ingenuidad; (...) -¡Ca! -exclama este labriego-. ¡La siembra en este tiempo contra más se pise es mejor!". Cuando llegan a la plaza en aquel 1905, "un anchuroso espacio solitario; a una banda destaca la iglesia, fuerte, inconmovible, sobre las ruinas del poblado; a su izquierda se ven los muros en pedazos de un caserón solariego; a la derecha una ermita agrietada, caduca, y un largo tapial desportillado. Ha ido cayendo la tarde". El viajero llega bajo una fina lluvia que lava tejados, torres, empedrado... Brillan los faroles y el silencio hace único un escenario restaurado, bello, frente a lo que hemos leído hace un momento. Hasta Dulcinea parece que va a bajarse de la roca que la alza y se va a poner a danzar de un momento a otro. No nos preguntamos, como aquel cronista, si esta Aldonza Zarco de Morales tuvo casa aquí, "Sancho, hijo, guía al palacio de Dulcinea, que quizá podrá ser que la hallemos despierta", decía a su escudero don Alonso, entrando en el Toboso a medianoche". El viajero se cruza con un grupo de mayores con guitarras que salía de la biblioteca -quizás la bibliotecaria fuera otra Aldonza-, y pocos metros más allá, sobre la fachada del número 7, con la cita legendaria "Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho". Aparece Manuel, "Manolo" para la parroquia de su barbería/peluquería. Cuenta como la montara su abuelo, también Manuel, alrededor de 1880, al que siguió Víctor Manuel, su padre, (que murió hace ocho años, llevándose las calamidades de después de la guerra y de cómo lo mandó el suyo a Madrid para aprender la profesión; el hijo de Manolo, también Víctor Manuel, ya no seguirá con la tradición, son otros tiempos).
XIV. "Los miguelistas del Toboso"
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Grabado de 1780. M. S. Carmona, sobre dibujo de J. del Castillo. Atribuido a Alonso del Arco, copia de un original de Jáuregui o Pacheco, regalado a la Academia por el conde del Águila. Wikipedia. |
¿Por qué no he de daros la extraña, la inaudita noticia? En todas partes del planeta el autor del Quijote es Miguel de Cervantes Saavedra; en El Toboso es sencillamente Miguel. Todos le tratan con suma cordialidad; todos se hacen la ilusión de que han conocido a la familia. -Yo, señor Azorín -me dice don Silverio-, llego a creer que he conocido al padre de Miguel, al abuelo, a los hermanos y a los tíos. (...) Los académicos, hace años, no sé cuántos, decidieron que Cervantes fuese de Alcalá y no de Alcázar; desde entonces, poco a poco, entre los viejos hidalgos manchegos ha ido formándose un enojo, una ojeriza, una ira contra los académicos.". Hoy es moneda corriente que los pueblos entren en disputa por ganar un pedazo del mercado del turismo, ese enjambre díscolo que va "matando" la esencia de villas y ciudades hermosas, que casi, literalmente, a muchas les deja sin sus espacios comunes y, a veces sin hogares. En esa lucha por una hogaza de la historia, ya al poco de hacerse famoso el Quijote un tal Melchor, de Tarancón, (1538-1621), franciscano, miembro de la observancia regular, que sitúan en el convento de Huete, en sus Discursos predicables (1601/05) dejó caer tal invento con el fin de atraer fieles al templo. Continuaron, y siguen con el tema, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), Esquivias (Toledo), Lucena (Córdoba), Sevilla, Madrid, Toledo, Sanabria (León), Consuegra (Toledo), Lugo... Incluso en aquel Cuarto Centenario un historiador publicó que don Miguel nació en La Paz (Bolivia).
XV. "La exaltación española"
"Quiero echar la llave, en la capital geográfica de La Mancha, a mis correrías. ¿Habrá otro pueblo, aparte de este, más castizo, más manchego, más típico, donde más íntimamente se comprenda y se sienta la alucinación de estas campiñas rasas, el vivir doloroso y resignado de estos buenos labriegos, la monotonía y la desesperación de las horas que pasan y pasan lentas, eternas, en un ambiente de tristeza, de soledad y de inacción? Las calles son anchas, espaciosas, desmesuradas; las casas son bajas, de un color grisáceo, terroso, cárdeno; mientras escribo estas líneas, el cielo está anubarrado, plomizo; sopla, ruge, brama un vendaval furioso, helado; por las anchas vías desiertas vuelan impetuosas polvaredas; oigo que unas campanas tocan con toques desgarrados, plañideros, a lo lejos; apenas si de tarde en tarde transcurre por las calles un labriego enfundado en su traje pardo o una mujer vestida de negro, con las ropas a la cabeza, asomando entre los pliegues su cara lívida; los chapiteles plomizos y los muros rojos de una iglesia vetusta cierran el fondo de una plaza ancha, desierta...". Azorín traza estas líneas para evocar una atmósfera que despliega luego en historias, desvaríos, ensueños, imaginaciones que podrían volar con el viento de vendaval cualquier noche, en cualquiera de los pueblos colindantes, Manzanares, Argamasilla, Tomelloso...: "... ¿Qué me decís de esta exaltada fantasía manchega? (...) ¿No es esta la patria del gran ensoñador don Alonso Quijano? ¿No está en este pueblo compendiada la historia eterna de la tierra española? ¿No es esto la fantasía loca, irrazonada e impetuosa que rompe de pronto la inacción para caer otra vez estérilmente en el marasmo? (...) ... que tan indispensables son para la realización de todas las grandes y generosas empresas humanas, y sin las cuales los pueblos y los individuos fatalmente van a la decadencia...". La decadencia, que tanto resaltó Ramiro de Maeztu (1874-1936), intelectual y uno de los principales ideólogos del franquismo, en su "España cansada", en Hacia otra España (1899) y con la imagen del Quijote: "En los individuos la decadencia es anuncio de muerte. En los pueblos no necesita serlo, sino de una situación nueva, de un período de reposo, de una pérdida de la iniciativa histórica, en la que, a cambio de padecer por algún tiempo el rango, se vuelve a crear otro ideal y la energía con que mantenerlo", para ahondar en el fracaso del avance español en la expansión del cristianismo y de la participación en la política europea. Desde fuera, el escritor mexicano Carlos Fuentes (1928-2012), contrario a los fascismos, Cervantes o la crítica de la lectura (1976) analiza el contexto, indispensable para conocer y entender el Quijote; ahonda en la ortodoxia medieval a la España contrarreformista, y tres fechas claves que pudieron influir en Cervantes: 1492, descubrimiento de América, publicación de la Gramática de Nebrija, pero también de la expulsión de los moriscos, imponiendo la «pureza de sangre» hacia la unidad del reino. 1521, y derrota de los comuneros en Villalar, contra los abusos del poder; 1598, muerte de Felipe, con España sumida en una profunda crisis económica. Fuentes les da un significado común: la explicitación de la intolerancia y de la destrucción de "las tendencias pluralistas y democráticas de la España medieval en tránsito hacia la modernidad". Opina que Cervantes rompió con un lenguaje y estructuras monolíticas en la literatura: "[...] Cervantes fue capaz de ir más allá de la consagración del puro pasado y de la consagración del puro presente a fin de plantearse el problema de la fusión de pasado y presente. La naturaleza ambigua de esta fusión convierte a la novela en un proyecto crítico".
Estamos cerca de Tomelloso y hacia allí enfilamos los pasos. Esta localidad ya la había mencionado Azorín al preguntarse si pudiera ser de allí la bella Juana María. Hoy conocemos a Milagros, en la Posada, al lado del Ayuntamiento. Casada con un fotógrafo de tauromaquia; y precisamente una exposición del tema llena las estancias. Milagros hizo teatro y conoció a Charo López en el Corral de Comedias en Alcalá de Henares (vuelven a unirse cunas y paisajes del Quijote). Muy cerca, en el Mercado de Abastos, un heladero cuenta que recaló en plena Mancha desde Ibi (Alicante). La industria del juguete cayó por los plásticos chinos, así que se vino aquí a probar la venta de helados, y aquí "refresca" tomelloseros/as, durante todo el año. Las calles de Tomelloso suenan a pasos del investigador más famoso del país, Plinio, creado por un literato que ya fuera Premio nacional y de la Crítica, Francisco García Pavón (1919-1989), a flamenco escaneado y enaltecido a cátedra de Félix Grande (1937-2014) y a pintura que te empuja hasta el museo Antonio López Torres (1902-1987) tío del mundialmente famoso Antonio López García (1936-).  |
Jugando a las bolas (1946). Museo A. López Torres. Tomelloso. |
Allí en la sala se circula entre estudios y monumentales cuadros del primero, con un amor y delicadeza en la luz que roza extremos. Es tarde y una mujer se para para escudriñar cada pincelada, de un hogar, un lagar, cualquier rincón de su tierra, la que ve y pisa cada día (hasta pudieran estar los rostros de sus antepasados). Y allí, entre un mar de cepas, los típicos Bombos, que irán susurrándonos historias de soledades, de tiempos no tan remotos, de vidas en estos campos de sangre en las vides del casi final de la Ruta, de la vida.
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Bombo de Tomelloso. Fondo CECLM. |
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Bombo cerca de Pinilla. (1965) A. López Torres. Museo del pintor en Tomelloso. |
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| Bombo (2014). Irene Delgado. |
La carretera nos lleva hasta Alcázar de San Juan, al que el ruso Dánchenko vio muy escuálidos, a finales del siglo XIX. De los habitantes de Alcázar, que se cuantificaban alrededor de ocho mil quinientos, "...parecen tan enfermos, tan delgados que no se puede comprender quien trabaja aquí. Sin embargo, en la ciudad hay varias fábricas: una de ellas, la de chocolate, tiene fama. (...) Por cierto si van a Alcázar de San Juan no se olviden de visitar a su alcalde José Mercader. Tiene una galería de pintura; no he visto nada más curioso que esa galería...".
Lo más llamativo para el viajero al vislumbra Alcázar, amén de sus molinos, son los restos de un torreón de un palacio almohade (s. XIII), luego aprovechado para palacio de los Grandes Priores de Castilla y León de la Orden de San Juan (alberga ahora un Espacio Museográfico sobre los Caballeros Hospitalarios). Junto con el torreón, se conservan restos de muralla y el torreón "El Cubillo". "Chule", el guía, cuenta como de niño tenía problemas de redacción, con las subordinadas, y de expresión y le mandaban copiar los textos de Azorín. Ahora lleva años cumplido su sueño de trabajar aquí, tanto que a aquel profesor del Instituto le agradece la trayectoria de su vida, y se lo dijo cuando pasa por aquí.
Hoy Alcázar de San Juan también está lluvioso, pero es un pueblo muy cuidado, suenan campanas, pero también cantos de otras religiones, las mujeres llevan otros velos de variados colores...

Alcázar también tiene su acta de bautismo de Cervantes. Hasta cambió de nombre durante un tiempo (en el pasado siglo XX, Alcázar de Cervantes). Hoy está preparando su Sociedad Cervantina un dossier para que declarar el legado de Don Quijote y Sancho Panza como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. La batalla por poseer un trozo de los restos, la vida, la esencia de los que hicieron historia, nos acompaña en cualquier punto del mundo.
Daniel Eisenberg (Nueva York, 1946), el hispanista y cervantista americano, buen conocedor de los entresijos literarios y editoriales, nos habla en "Invenciones y escándalos cívicos en el cervantismo oficial", revista Convivio, del Centro Virtual Cervantes, de la inmensa iconografía, monumentos, recreaciones turísticas y las mentiras de tantas casas y lugares por donde pasaron o vivieron autor, familia, personajes y desaciertos sobre el Quijote, intereses económicos y falsedades..., para concluir: "En fin, las conmemoraciones cervantinas de 1905 y 1947 desaparecieron como las flores del campo. Se conservan estatuas, pero ¿a quiénes les importan las estatuas de Don Quijote y Sancho, en Madrid, El Toboso o quién sabe qué parte? Lo que queda, lo importante, lo influyente, son los proyectos editoriales. El mismo Cervantes, otra vez, nos lo dice. Don Quijote habla de una persona, pero se aplica igualmente a una entidad política: «Una de las cosas que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con buen nombre, porque, siendo al contrario, ninguna muerte se le igualará.".
Otro americano, John Dos Passos (Chicago 1986-Baltimore 1970), visitaría España en 1916, y en 1922 publica
Rosinante to the road again (
Rocinante vuelve al camino), mitad novela, mitad ensayo, en una ruta a pie desde Madrid a Toledo. Se cruza con taberneros, viajantes de comercio, arrieros, y entran personajes célebres como
Pastora Imperio, Blasco Ibáñez, Galdós, o
Valle-Inclán. Ve algo en la realidad española que le hace presagiar que algo no marcha bien. Ve la pujanza de los nacionalismos, la inserción de Cataluña en España, o el poco peso de los intelectuales, la ve como la patria clásica del anarquista, de una alta meseta inculta. Ve en el pueblo la única forma de cohesión social que realmente tiene raíces en lo pasado… Retrata a un país antes de que la guerra civil lo devastara, un país que, según Hemingway, era el mejor del mundo. No andaba muy lejos una Dictadura militar bajo una Monarquía que cayera para venir una República y un inmediato golpe de estado que dilo lugar a la guerra civil. Azorín la vivió un corto exilio en París para luego dedicarse a la literatura y la historia y hacerse querer por el franquismo (íntimo de Serrano Súñer, había dejado atrás su republicanismo conservador). Escribió miles de artículos y fue miembro de la
Real Academia de la Lengua. Pasó a ser intelectual reconocido y lideró generaciones de escritores y estudiosos de la inmortal obra.
El viajero, al iniciar la vuelta a casa lo primero que escucha en el dial del coche, Radio3, es que el Doomsday Clock, "Reloj del Apocalipsis o del Juicio Final", un reloj simbólico de un grupo de científicos de la Universidad de Chicago (EEUU) creado en 1947, que quedan 89 segundos para la "medianoche", el caos final, debido a las amenazas de guerra nuclear, ahora sumados el cambio climático y las nuevas ciencias y nanotecnología que pueden incidir, e infligir, destrucciones o daños inimaginables (sigue la guerra de Ucrania, Palestina cuenta con una falsa paz, con muertos cada día, por un Trump que busca un Nobel mientras destruye derechos humanos, se amotina frente a la democracia y diplomacia en el mundo...). Por si acaso, el viajero, se puede añadir algo más al universo del Quijote, se pasa por la "Fundación Antonio Pérez en Huete" (Cuenca), donde un amigo, el fotógrafo Vicente López Tofiño comisaría la exposición Tradición y fiesta en la tierra de Cervantes. Las imágenes recogen la esencia del folclore de la tierra cervantina y de los mensajes que guarda la obra radiografiados en reminiscencias de tradiciones seculares. No defrauda, sorprende el ingenio, la representación y potencia de las fotografías de C. García Rodero, C. González Ximénez, C. Alemán, Martín-Benito, B. Román, y "robamos" una, la que sirve para traer a Cide Hamete, hijo del ciervo, de Andrés Marín, que se nos acerca y quema como si tuviera "vida".
Unas horas más tarde coincide personalmente en el
Quijote Photo Fest en Alcalá donde impactan las fotografías de David Arribas "Jaula y vacío", sobre la vida de quienes padecen las enfermedades crónicas alimentarias y el suicido (temas que se ocultan a la sociedad que desconoce que en España se produce una media de doce suicidios y más de doscientos intentos cada día, mientras
OpenAI reconoce que al menos un millón de usuarios consultan el tema cada semana).
Así cierra el círculo de su Ruta el viajero, con la realidad cruda, donde la fantasía se arredra ante el sufrimiento.