Miradas
Última tregua en Menorca
Una madrugada más. Mientras recuento cuatro campanadas del reloj de la catedral comparto, con el vecino de enfrente de la calle, un insomnio pertinaz. Él devora la noches con una película tras otra ante el televisor. Yo me rindo a cualquier lectura y, de vez en cuando, recreo algunas escenas de mi vida que se cuelan hasta esta habitación vacía ya de seres y recuerdos. Acabamos de ver -me entienden ustedes-, Muerte en Venecia de Luchino Visconti: "Aquel que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o morir". Me sobrecoge esa frase porque me retrae al embrujo que yo siento por esta Menorca.
Asomado a los acantilados de Cala Morell me he condenado a seducirla, a volar por sus acantilados, caer a las aguas transparentes bajo la sombra del pétreo elefante imaginario de lava, y poseerla en sus entrañas.
Sobre mi mesita La tregua (Mario Benedetti, 1959), mi propia sombra biógrafa lacrada. Una historia aparentemente inocente que refleja la misma negrura de mis amaneceres. Es el diario de un anónimo a punto jubilarse que inverna tras la muerte de su esposa. Manías mías; he tratado de seguir el mismo calendario que el protagonista, pero al final de tantos días de soledad nadie, ni nada, ha tocado el filamento de la pasión, que diese "tregua" a mi desánimo. El tipo de la novela recupera fugazmente el Amor, y para siempre el corazón de su hija mientras yo no alcanzo para la mía ni a ser paret seca (nervios de piedra que hilvanan esta isla, que se sustentan sin argamasa ni cemento y protegen a sus gentes de los fuertes vientos de Tramuntana (como yo hubiera deseado angustiosamente abrigar a mi niña de los despiadados).
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Del blog de David Fraile, A contracorriente. |

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Necrópolis de Cal Morell. |
No me restan fuerzas, como otras noches de luna hipnótica, para acercarme hasta la misteriosa necrópolis donde hace casi tres mil años enterraban majestuosamente a sus congéneres los indígenas de la isla.
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Sa Naveta des Tudons. |
Me siento como un barco a la deriva, o peor, volcado, como una Naveta, muerto, sólo, al que ningún pescador remonta a puerto. Tan sólo algunas auroras siento recuperar mis restos de brío para traer la piedra que falta a la Naveta de Tudons y luchar por la doncella con aquellos dos gigantes que debían construir el edificio más alto o el pozo más profundo. Aunque sé, como débil que fui siempre ante ellas, que al final hubiera dejado en manos de su hermosura mi vida; siempre me diluí con la belleza. Nunca fui héroe ni el más de nada en ninguna revolución, lucha. Y ahora, en el ocaso de mi vida, no tengo aliento para hablar de las batallas que recorren estas callejas, por este nacionalismo-separatista. Deseo la "Tregua" entre los "compañeros" de este viaje maldito, los nacionalistas estatales y los centralistas. Estoy cansado, cada noche más, de aquellos, de aquí, y de allá, que revientan ilusiones, que engañan realidades, que fuerzan leyes, que incendian almas envueltas en banderas para sus "causas", que no son más que cajas de caudales. Las guerras matan a los de siempre. A los que pasan de seductores a mártires, a los que cambian de color de uniforme y de púlpito, de dictadores a demócratas inviolables, siempre acaban en el limbo del destierro de oro, o se eternizan en el poder.
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M. del Mar Bonet, el pasado 2 de agosto en Líthica. Cincuenta años de poesía, música y sensibilidad. https://www.youtube.com/watch?v=i_nsYpBf7nM |
Hace unos meses la voz de María del Mar Bonet deshizo para mí, en lluvia fina de ese poético catalán de siempre, las grandes masas rocosas de Lithica, la cantera que guarda la memoria de estos muros de casas, muros y calles de Ciutadella, y de toda la isla. Escuchándola imaginé ser la sempiterna sombra inadvertida en aquellas noches de luna llena alrededor de la Taula para hablarle a los dioses, o a la Nada. Y también intuí grandes tormentas por caer sobre intencionados desencuentros entre los poderosos.
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Poblado Talaiótico de Talatí de Dalt. |
Quisiera haber sido el vigía de todos los siglos y haber avisado del peligro a esta isla arrasada por los más fieros, hasta por los vientos; el farero que evitara las muertes aquella fatídica noche del nueve de febrero de 1910, cuando un temporal del diablo hundió el General Chanzy. Ser aquel honrado pescador con el único superviviente, Marcel Baudez, que cuidó su cuerpo magullado y que renunciara a la moneda de veinte francos que había quedado pegada a su piel salitre. Hoy, los atardeceres en Punta Nati son sobrecogedores por cuantos abrazos sudan ansiosos por restañar heridas que tardarán a cicatrizar por haberse erigido muros de fronteras a la sinrazón cuando los hombres fueron humanos por cuidarse desde las cuevas.
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Fusilamiento del almirante John Byng, declarado culpable de la pérdida de Menorca,a bordo del HMS Monarch (14 de marzo, 1757). Wikipedia. |
Pero también hubiera querido estar bajo la piel del almirante John Byng, al que casi tres siglos después Gran Bretaña no perdona no haber "defendido" la isla frente a los franceses (no se olvida que Menorca estuvo entre 1708 y 1802 setenta y un años bajo el dominio británico, siete bajo el dominio francés y los quince restantes en manos españolas, su situación oriental en el mercado del Mediterráneo es codiciada desde siempre); una manipulación de la Historia, una hoguera más sobre la manipulación política de la Corte quemando una honra para distraer la mala gestión de los políticos (recuerdo aquellos noticiarios con cruzadas versiones y acusaciones sobre el tremendo asesinato en las Ramblas de Barcelona y de Cambrils, verano 2017).
Continúa el telón de fondo de la muerte sin ton ni son. Ahora, como ayer, tampoco escucho aquí demasiado la crítica a la gestión de los distintos gobiernos catalanes; allí, en el centro peninsular, a los gobiernos centrales tampoco. Corre el bochorno y la indignación al ver a un presidente de un gobierno central sentado ante un tribunal por la corrupción sistémica en su partido (M. Rajoy, o, en el inicio de la joven democracia restaurada cuando se "olvidaron" las X en luchas desde las cloacas frente al terrorismo con fines espurios y etcétera, con F. González; ligera memoria).
Leo en el diario de La tregua: "Son raras las veces que pienso en Dios. Sin embargo, tengo un fondo religioso, un ansia de religión. Quisiera convencerme de que efectivamente poseo una definición de Dios, un concepto de Dios. Pero no poseo nada semejante...". Pero, ¡hace tanto que deseché la fe! Ni aún cuando paso admirando lo que es para mi una enorme mole con forma de embarcación, la catedral de Santa María, que no quiero como lecho mortuorio para mis restos. La muerte de inocentes, la miseria de tantos por nada, a cambio de nada.
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Fornells, tras los lomos del asno que pasta en la cima del Toro. |
Ayer mañana un hombre deslizaba una carretilla cargada de sandías por la playa Cavallería, hasta que una cayó abriéndose en un rojo sangre... Mi angustia me lleva a presagiar el terrible fantasma de los nuevos "fascismos" segregadores, enarbolando emblemas grabados en crematorios que desfilan indemnes vociferando por estas calles.
Me ha parecido escuchar los cascos de un caballo negro abajo en la calle y alzarse sobre mi puerta, ¿será una señal de que no llegue al próximo san Joan? Siento que el uniforme que cuelga en el viejo armario es mi mortaja, y que mi último paseo por
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Pont d´en Gil, Cap de Banyos, en El Camí de Cavalls, 10/113. |

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Manuscrito árabe de la Maqamat Al-Hariri مقامات الحريري, antes del siglo XII. Yahya ibn Mahmud al Wasiti. (Wikipedia) |
En este instante la sal nívea que abandona el agua cuando la ola rompe sobre el acantilado se mece en mis labios. No me resta el aire ni para un último suspiro. Creo que pasó a mi lado, la última Tregua, para esta mi única y reconocible para mi, vida. Mañana embarcaré en mi llaut Petita hasta Punta Nati, y la vela me cubrirá sobre su roca al atardecer.
Idó...