
Frente al obrador de mi panadera de siempre se reflejan, en los cristales que cierran los arcos del Archivo Histórico, los primeros rayos de sol de invierno todavía adormilados. Aina me sonríe pícaramente mientras salpica entre sus manos la última ensaimada; es la hilandera de mis sueños, aquellos en los que le susurro los primeros versos del himno balear:
Archivo Histórico Provincial de Palma. Himno: https://www.youtube.com/ watch?v=nnJ907Rept0a Adaptación de un poema de Joan Alcover (1854-1926) . |
La Balanguera (Catalán )
La Balanguera misteriosa, com una aranya d'art subtil, buida que buida sa filosa, de nostra vida treu el fil.
Com una parca bé caviŀla
teixint la tela per demà La Balanguera fila, fila, la Balanguera filarà. (...) |
La Balanguera
(del francés "boulangère", panadera, hilandera para otros estudiosos) misteriosa, como una araña de arte sutil, vacía que vacía la rueca, de nuestra vida saca el hilo. Como una parca que bien cavila, tejiendo la tela para el mañana. La Balanguera hila, hila, la Balanguera hilará. (...) |


Hondero, en Felanitx, pueblo natal de Jaume Mir (1915-2012). |
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F. Chopin. Preludio Opus 28, nº 15: https://www.youtube.com/watch? v=Sh03YXzvDF4&list= RDSh03YXzvDF4 |
Ayer, la Cartuja todavía manaba la desesperación en los ecos de las "gotas de agua" de F. Chopin (su Preludio Opus 28, nº 15). La certeza de la muerte alcanzando a su amante George Sand y su hija, le hizo creer, al verlas, que eran espíritus del otro mundo (como mi balanguera en quien no he dejado de pensar un instante).
Corro hacia la estación del tren que llega hasta Sóller y la veo abrazada a través de la ventanilla del vagón. El guardagujas separa nuestros raíles.
Dejo partir la máquina de hierro y madera y busco el andén donde colgaron, no ha mucho, obras de Joan Miró (Barcelona 1893, Palma de Mallorca 1983). Dibujos que sellaron fantasías a la dureza del hierro sobre el metacrilato. Caigo en un mundo de constelaciones oníricas de aparente infancia, si no fuera porque en el Es Baluard, el museo de arte moderno, donde tropiezo con el Miró luchador, resistente al franquismo.
Alrededor de Ubú Rey, la obra literaria de Alfred Jarry, Miró arroja el horror en esos muñecos locos, estereotipados hasta la estupidez, que han vuelto en uña y carne a los plasmas de nuestros hogares y tribunas de medio mundo. Miró se enfrentó al paradigma del dictador, quizás su obsesión permanente. Hoy parecen haberse diluido las líneas rojas en las democracias y ahí están los neo-xenófobos, los neonazis, los homófobos, cómo crecen en el Este Europeo, como se alzan populismos en EEUU, ocultándonos los muertos colaterales que se van quedando en nuestras cunetas virtuales. Y tiemblo al comprobar los fascismos emergentes, los gritos en las calles contra los inmigrantes, las casas quemadas, los refugiados sin refugios, los líderes más esperpénticos en las más altas predelas de nuestros parlamentos. Y la visión de Miró se engrandece y los colores, el rojo y el negro, son la sangre y el luto (Llull llevó a la tinta, el negro de las palabras impresas, el Llibre de les bésties, (El libro de las bestias), parte sexta del Félix o Libro de las Maravillas, donde ya destapaba el fondo del ser humano ante el poder).
Alguien me sugirió que Mahler es la tierra y Debussy el mar. Ambos suenan bajo el faro de Formentor donde cae la tarde en un inmenso claroscuro de piedra y mar cristalina. Ya en la noche, en la plaza de Pollença, tres jóvenes pasean un perro a la puerta del Casino, en un mero paréntesis en su locura diaria. Luego llegarán el otoño e invierno. Dicen sentir nostalgia por una pantalla sobre la que proyectar el cine de siempre. Disfrutar, pausadamente, de un Cine-club con las películas en blanco y negro. Quieren entender el cine actual y sobre todo charlar de los temas que les preocupa y dar vida a un lugar que se desborda en verano pero por el que todo pasa muy rápido. No deja posos de cultura, de raigambre, de saber, más allá del ocio de historia abreviada y gastronomía. Es el ritmo de la vida actual, no más.
Al final, casi de madrugada, vuelvo hipnotizado, bajo un silencio sepulcral, hasta mi hogar de paso: la puerta del obrador de mi balanguera. Allí, donde un día más, he tratado de cerrar, en un círculo imposible como hiciera Llull, la cuadratura humana de esta hermosa isla; una cuadratura con ese mosaico de vidas e historia que he ido encontrando en Palma donde quiero sentir la próxima estación.




Al final, casi de madrugada, vuelvo hipnotizado, bajo un silencio sepulcral, hasta mi hogar de paso: la puerta del obrador de mi balanguera. Allí, donde un día más, he tratado de cerrar, en un círculo imposible como hiciera Llull, la cuadratura humana de esta hermosa isla; una cuadratura con ese mosaico de vidas e historia que he ido encontrando en Palma donde quiero sentir la próxima estación.