viernes, 8 de diciembre de 2017

Miradas

Última tregua en Menorca

      Una madrugada más mientras recuento cuatro campanadas del reloj de la catedral, comparto, con el vecino de enfrente a la calle, un insomnio pertinaz. Él devora la noche tras noche, con una película tras otra. Yo me rindo a cualquier lectura y, de vez en cuando, recreo algunas escenas que se cuelan hasta esta habitación vacía ya de seres y recuerdos. Acabamos de ver -me entienden ustedes-, Muerte en Venecia de Luchino Visconti: "Aquel que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o morir". Me sobrecoge esa frase porque me retrae al embrujo que yo siento por esta isla.
Del blog de David Fraile, A contracorriente.
   Asomado a los acantilados de Cala Morell me he condenado a seducirla, a volar entre sus paredes para caer a las aguas transparentes bajo la sombra del pétreo elefante imaginario de lava, y poseerla.
 Sobre mi mesita La tregua (Mario Benedetti, 1959), mi propia sombra biógrafa lacrada. Una historia aparentemente inocente que refleja la misma negrura de mis amaneceres. Es el diario de un anónimo a punto jubilarse que inverna tras la muerte de su esposa. Manías mías, he tratado de seguir el mismo calendario que el protagonista, pero al final de tantos días de soledad nadie, ni nada, ha tocado el filamento de la pasión, que diese "tregua" a mi desánimo. Aquel tipo recupera fugazmente el Amor, y para siempre el corazón de su hija mientras yo no alcanzo para la mía ni a ser paret seca (nervios de piedra que hilvanan esta isla, que se sustentan sin argamasa ni cemento y protegen -como yo hubiera deseado angustiosamente-, de los fuertes vientos de Tramuntana, a mi niña, de los despiadados).    
Necrópolis de Cal Morell.
   No me restan fuerzas, como otras noches de luna hipnótica, para acercarme hasta la misteriosa necrópolis donde hace casi tres mil años enterraban majestuosamente a sus congéneres los indígenas de la isla.
Sa Naveta des Tudons.
   Me siento como un barco a la deriva, o peor, volcado, como una Naveta, muerto, sólo, al que ningún pescador remonta a puerto. Tan sólo algunas auroras siento recuperar fuerzas para traer la piedra que falta a la Naveta de Tudons y luchar por la doncella con aquellos dos gigantes que debían construir el edificio más alto o el pozo más profundo. Aunque sé, como débil, que al final hubiera dejado en manos de ella mi vida; siempre me diluí con la belleza. Nunca fui héroe ni el más de nada. No tengo aliento para hablar de las batallas que recorren estas callejas, por este nacionalismo-separatista. Deseo la "Tregua" entre los "compañeros" de este viaje maldito, los nacionalistas estatales y los centralistas. Estoy cansado, cada noche más, de aquellos, de aquí, y de allá, que revientan ilusiones, que engañan realidades, que fuerzan leyes, que incendian almas envueltas en banderas para sus "causas", que no son más que cajas de caudales. Las guerras matan a los de siempre. A los que pasan de seductores a mártires, a los que cambian de color de uniforme y de púlpito, de dictadores a demócratas inviolables, siempre acaban en el limbo del destierro de oro, o se eternizan en el poder.
María del Mar Bonet, el pasado 2 de agosto en Líthica.
Cincuenta años de poesía, música y sensibilidad.
https://www.youtube.com/watch?v=i_nsYpBf7nM
  Hace unos meses la voz de María del Mar Bonet deshizo para mí, en lluvia fina de ese poético catalán de siempre, las grandes masas rocosas de Líthica, la cantera que guarda la memoria de estos muros de casas y calles de Ciutadella. Escuchándola imaginé ser la sempiterna sombra inadvertida en aquellas noches de luna llena alrededor de la Taula para hablarle a los dioses, o a la Nada. Y también intuí grandes tormentas por caer sobre intencionados desencuentros entre los poderosos.
Poblado Talaiótico de Talatí de Dalt.
   Quisiera haber sido el vigía del talayot, siglos después, y haber avisado del peligro; o el farero que evitara las muertes aquella fatídica noche del nueve de febrero de 1910, cuando un temporal del diablo hundió el General Chanzy. Ser aquel honrado pescador con el único superviviente, Marcel Baudez, que cuidó su cuerpo magullado y que renunciara a la moneda de veinte francos que había quedado pegada a su piel salitre. Hoy, los atardeceres en Punta Nati son sobrecogedores por cuantos abrazos sudan ansiosos por restañar heridas que tardarán a cicatrizar por haberse erigido muros de fronteras a la sinrazón.
Resultado de imagen de almirante john byng menorca
Fusilamiento del  almirante John Byng,
declarado culpable de la pérdida de Menorca,
a bordo del HMS Monarch (14 de marzo de 1757).
   Pero también hubiera querido estar bajo la piel del almirante John Byng, al que casi tres siglos después Gran Bretaña no perdona no haber "defendido" la isla frente a los franceses; una manipulación de la Historia, una hoguera más sobre la manipulación política de la Corte quemando una honra para distraer la mala gestión de los políticos (recuerdo aquellos noticiarios con cruzadas versiones y acusaciones sobre el tremendo asesinato en las Ramblas de Barcelona y de Cambrils). Continúa el telón de fondo de la muerte sin ton ni son. Ahora, como ayer, tampoco escucho aquí demasiado la crítica a la gestión de los distintos gobiernos catalanes; allí a los gobiernos centrales, como tampoco el bochorno de ver a un presidente de un gobierno central sentado ante un tribunal por la corrupción sistémica en su partido (o, en el inicio de la joven democracia restaurada cuando se "olvidaron" las X en luchas desde las cloacas frente al terrorismo con fines espúreos y etcétera; ligera memoria).
   Leo en el diario de La tregua: "Son raras las veces que pienso en Dios. Sin embargo, tengo un fondo religioso, un ansia de religión. Quisiera convencerme de que efectivamente poseo una definición de Dios, un concepto de Dios. Pero no poseo nada semejante...". Pero, ¡hace tanto que deseché la fe! La muerte de inocentes, la miseria de tantos por nada, a cambio de nada. 
Fornells desde su vista aérea.
No vemos fronteras desde arriba.
   Miseria humana que luego se continúa con el chabacaneo político con pretensiones de paralizar, aún más, mentes adelgazadas tras un miserable trabajo, y un repiqueteo de charanga y pandereta; de que si el Procés Catalán es o no posible, que si el "155" ha sido la solución a los males..., ¡hasta Fornells quiso independizarse de Baleares! Ya sabemos que entre vecinos siempre se quiere poner tierra de por medio cuando no media la cordura. 
   Ayer mañana un hombre deslizaba una carretilla cargada de sandías por la playa Cavallería, hasta que una cayó abriéndose en un rojo sangre... Mi angustia me lleva a presagiar el terrible fantasma de los fascismos, enarbolando emblemas grabados en crematorios que desfilan indemnes vociferando por estas calles. 
  Me ha parecido escuchar los cascos de un caballo a la puerta. Siento que el uniforme que cuelga en el viejo armario es mi mortaja, y que mi último paseo por El Camí de Cavallers será para vigilar la belleza de esta isla, la bondad de sus gentes y poner al abrigo a cuantos quieran asirse a sus playas y acantilados sin importarles la lengua, el color o la idea del otro. 
   Bajo los últimos peldaños de esta vieja escalera, dolido porque veo en los hombres que vienen no entra la paz serena por compartir un paraíso, sino arrasar, anular al otro en su conquista; cerrar con muros de cemento gris, como sus cerebros, la mina del potosí que suponen la diferencia y la justicia verdadera. La historia se repite, como lo hará siempre, con el guión ya desgastado de la película del hombre y sus circunstancias. 
Manuscrito árabe de la Maqamat Al-Hariri
مقامات الحريري, antes del siglo XII. 
Yahya ibn Mahmud al Wasiti. (Wikipedia)
   El resto es una Tregua más, una quimera compartida por unos ilusos que seguimos estelas como que hace casi quince siglos creó para esta isla Abu Otsman Çaid ben Hacam, el Omeya de Talavera, que atrajo hasta aquí hombres de ciencia, á quienes colmaba de beneficios, y hasta los rescataba si caían en poder del enemigo; un poderoso-erudito que recitaba versos aunque luego fuera implacable con quienes abusasen del vino. Pero terminó diluyéndose en la historia como tantos otros ante la mediocridad de sus sucesores que se han crecido en estos tiempos. Tan sólo resta entre el pueblo la "Leyenda del moro Xorio" que, según cuentan, transcurrió en la cova dén Xoroi, bellísima historia de las tragedias del amor, para un idílico balcón sobre la mar.
   En este instante la sal nínive que abandona el agua cuando la ola rompe sobre el acantilado se mece en mis labios. No me restan fuerzas ni para un último suspiro. Creo que pasó mi última Tregua para esta vida.