miércoles, 27 de agosto de 2014

Miradas

Las mujeres 

que me abandonaron en Ítaca



Y ellas subieron al barco...
(www.turinga.net).
   Mientras espero ansioso el libro con este título, o parejo, de un buen amigo y escritor, no puedo menos que apropiármelo indecorosamente bajo el pretexto de repasar, y repararme, de aquellas mujeres que se cruzaron en mi vida y que no llegué a poseer en excitantes aventuras sexuales, otras ni amigables, y que ahora me consuela conocer que se debía a que posiblemente padecieran “Anorexia sexual” o habían embebido en incunables borradores al estilo de Cásate y sé sumisa, de la periodista italiana Costanza Miriano, versión coetánea de la Sección Femenina y del paroxismo machista cañí de la época franquista.
Me explico.

¿Les suena?
   Hasta aquí conocí casos muy graves de Anorexia y Bulimia relacionados con la alimentación que generaron serios problemas personales o familiares y que con extraordinarios especialistas lograron superar (muy lejos de la noción de que haya otras versiones relacionadas con la abstinencia sexual y el sometimiento servil, prietas las filas, de muchas generaciones en aquella España gris).
   Pues he aquí que parece estar asentándose una sintomatología que padecen ciertos seres que les llevan a percibir el coito y el encuentro con el otro sexo como una amenaza (que se lo cuenten a las aterradas misóginas de sacristía ante el pérfido pecado mortal que evitaron gracias a la iluminada profecía de la curia nacionalcatólica). Pero agárrense los machos. Para el doctor Patrick Carnesen (publicado en su Anorexia sexual, Hazelden, 1997) la obsesión por evitar el sexo da a ciertas personas una sensación de poder y protección sobre el resto de los débiles mortales (y no sé por qué me vienen a la cabeza algunos miembros del Opus Dei u otras religiones castradoras).
   Los síntomas son idénticos a las alimentarias con emociones de alienación respecto a uno mismo, perfeccionismo, autodesprecio, sentimiento de inferioridad o de grandeza, y que ven abocados a consumir altos niveles de pornografía (vaya, otra vez con el temita de los atontados de la entrada anterior) o adicciones al alcohol, a la comida, o al tabaco entre otros. ¡Ah! Y no os descuidéis las parejas de hecho, o por hacer, porque la anorexia sexual tiene otros síntomas cuales son que la pareja evita la cama, las muestras de cariño, o se acuesta a distinta hora (atentos pues panaderos, guardias civiles, y demás nocturnos, que pueden ser señales de que la anorexia sexual ha llegado a vuestro matrimonio, y no digamos opositores a funcionarios...).
   Y ahora viene lo peor. Apañadas/os estaremos en el caso de ser diagnosticados/as pues es mal momento para que se reconozca el mal en la Seguridad Social y financien su tratamiento (un paréntesis serio e indignante hacia las administraciones que vetan el acceso a medicamentos para tantos colectivos de enfermos sin recursos que no pueden pagarlos en el mercado salvaje de unas multinacionales que se niegan a reducir sus pingües beneficios con la desgracia ajena).    Siguiendo con el tema, el comportamiento opuesto, la bulimia, se marca por relaciones sexuales esporádicas, encuentros rápidos y poco duraderos pues podrían dar lugar al compromiso (menos mal que me lo han explicado, porque el sentimiento de culpa me lo endilgaron en que si no era muy bueno en la cosa, o que no era más que un hombre-objeto, vaya usted a saber).

   Ahora bien, si todo hubiera quedado ahí una parte de mi pasado se habría, por fin, interiorizado y crecido mi autoestima en este sobrellevado calvario del presente, pero tropecé estos días, en mi librería de siempre, con el libelo dicho anteriormente Cásate y sé sumisa, editado en España por Nuevo Inicio, idea del arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, un prelado ultraconservador.
   Con un cierto regusto rancio en sus páginas me han venido las imágenes de tantas mujeres “encarceladas” en hogares como avisperos, maltratadas y anuladas en los confesionarios, cuestión que parece actualizar el “anoréxico sexual” eclesiástico, Francisco, el obispo, que justificaba el libro porque ayuda a muchas mujeres, es una obra evangelizadora y que “no justifica, excusa o promueve ningún tipo de violencia contra la mujer”, algo que “sí que favorece y facilita, en cambio, la legislación que liberaliza el aborto, al igual que todas las medidas que debiliten o eliminen el matrimonio” (se referirá entre gays, digo yo, porque hay obispos que no dejan el coro con esta cantinela). 

   Si como asegura el arzobispo, su postura coincide con las enseñanzas de la Iglesia, aquí tiente tarea otro Francisco, el papa, ya que en el caso de conflicto conyugal la autora manifiesta “Dios te ha puesto al lado de tu marido, ese santo que te soporta a pesar de todo”, le dice a su amiga, (el libro está en formato de cartas entre dos amigas) porque “cuando tu marido te pone furiosa siempre me parece que es por insignificancias” (así que si te pega tampoco llames al 016 parece inducir).

   Después de todo lo visto, creo que todas las mujeres que pasaron por mi vera vieron en mí, dada mi condición física y psíquica, que iba a ser demasiada carga para ellas (casi una extrema unción temprana para la que no estaban preparadas, por inteligentes, o no eran lo suficientemente virtuosas para mortificarse de por vida, y yo no soy, al fin y al cabo, ningún Santo).
   Ahora que he terminado con lo mío, como decía Paco Umbral, que ven es casi insignificante, me he puesto a repasar las mujeres de los demás. Y no me digan. ¿No ven en ciertas mujeres provectas ya en la política o de enjundia social con manifiesta tendencia a la Anorexia sexual o devotas del libro de Miriano? A mí se me ocurren, a bote pronto: la ex-infanta Cristina de Borbón, Esperanza Aguirre, Dolores de Cospedal, la mujer de Bárcenas, la Ferrusola…; un ramillete que se divide entre la trascendencia del sexo al poder, la erótica lo llaman algunos, y la sumisión al marido (o al contrario, que yo me hago un lío).
    Claro que eso sólo nos lo podrían corroborar sus compañeros de cama. Y ya saben, los machos sólo contamos las conquistas (menos los actores de una fresca y divertida obra de teatro “Mascles”, Machos, de Albert Llorens i Bosch que, el grupo GRESOL de Alcanar de Tarragona trajo a la orilla del mar en un guiño al humor y la convivencia; a pesar de las diferencias y las lenguas, casi nada a estas alturas. Merci).


2 comentarios:

  1. En menudo lío te has metido.
    Empezando por el final, alguna de las famosas que presupones anoréxicas a mí -lo confieso- me ponen. Hasta aquí me llega el aroma de sus hormonas, o como se llamen. En todo caso, no te fíes de las apareincias...
    Siguiendo por el grueso del artículo, pareces decir que la culpa de tu virginidad fue siempre de ellas y su anorexia. Como la culpa de la mía. De mi virginidad, digo. Y tengo para mí que no. Me da que alguna era vigoréxica y necesitaba canela en rama y no cualquier cosa... No hace falta que sea más explícito.
    Finalmente, me parece que tu tesis puede dividirse en dos. Por un lado, el papelón de la italiana está bastante de moda. Las generaciones jóvenes siguen siendo machistas. Hemos avanzado poco.
    Pero anoréxicas, anoréxicas... no sé si habrá alguna. Afortunadamente (para ellos y para ellas) la cosa funciona de maravilla. Eficacia, variedad, prontidud... en fin, una delicia.

    ResponderEliminar
  2. Y que lo digas.
    No pongo ni coma ni punto a tu comentario.
    También una delicia... de análisis pseudosicoanalítico.
    Como delicia fue gran parte de la adolescencia de nuestra generación, y espero que se repita en todas, viajando con la imaginación y la Utopía, con lo que alcanzamos lo que Epicuro resume toda su filosofía vital, como recoge hoy Llamazares en su columna de El País, "Vivir": “De todos los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de una vida entera el mayor con mucho es la adquisición de la amistad”. Y en eso sí que vivimos muchos orgasmos en nuestras biografías. Doy fe.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar